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Amaia U. LASAGABASTER

Más castigo para los errores que premio para los aciertos

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Habrá que pedir disculpas a José Luis Mendilibar por el fatalismo, del que renegaba en su comparecencia previa al derbi, pero es que realmente Osasuna parece condenado a caer cada vez que se aleja del césped de El Sadar. Comprensible cuando se disfraza de equipo de Regional, como sucedió en La Romareda, pero no tanto cuando pone tanto empeño en acabar con su mal fario como el que desplegó ayer en San Mamés.

Pero el esfuerzo no representa, necesariamente, sinónimo de éxito. Ni la agresividad, ni el riesgo. Se lo pidió el técnico zaldibartarra a sus jugadores y estos le respondieron. La recompensa fue nula, aunque la fortuna -el infortunio en este caso- tuviera incluso que tirar de la madera hasta en tres ocasiones para privar a los rojillos de una alegría. El problema es que también se produjeron errores y, sobre todo, que estos sí recibieron castigo. Los desajustes defensivos, los despistes de posición y marcaje, permitieron que el Athletic gozara de demasiadas ocasiones de gol, hasta el punto de convertir a Andrés en el jugador más destacado de Osasuna. Y el cántaro, en el caso rojiblanco sí, se acabó rompiendo.

También fue mala suerte que los navarros se encontraran con, posiblemente, el mejor Athletic de la temporada. Pero en realidad no lo fue hasta que no se puso por delante en el marcador. Hasta ese minuto 12 en el que Iraola y De Marcos acabaron por reventar el colador en el que, por momentos, se había convertido la banda izquierda rojilla, Osasuna se había postulado como el más firme candidato a llevarse los tres puntos. Con Puñal, inesperadamente, en el banquillo, el equipo iruindarra salió a morder y mordió. En apenas cinco minutos ya había robado tres balones en la parcela rojiblanca y había puesto a prueba a Iraizoz en otras tantas ocasiones. En diez tenía incluso jugada para la moviola, con un remate de Llorente que dio en el cuerpo -o en el brazo, de ahí el enfado del hondarribitarra- de Gurpegi. Y Andrés de espectador. El primer balón que tocó fue el que tuvo que sacar del fondo la portería tras el remate de Aduriz.

Se desdibujó Osasuna y empezó a coger muy mala pinta la tarde para un equipo que, hasta el momento, ha sido incapaz de remontar un marcador adverso. Tomó cartas en el asunto José Luis Mendilibar. De inmediato. Porque no se había cumplido la media hora y Puñal y Lamah ya habían saltado al césped en sustitución de Sisi -Nino se reubicó en la banda derecha- y Annan. Corrección de un error propio y no castigo, quiso aclarar el técnico. Lo cierto es que su equipo lo agradeció. Se asentó, discutió la posesión a un rival acostumbrado a monopolizarlo y firmó las dos ocasiones más claras de ahí al descanso. Ambas -un centrochut de Lamah y una espectacular falta directa de Lolo- con idéntico final, la madera.

Marchó a rachas el encuentro tras el descanso. Aunque la sensación de peligro siempre era mayor en el área de Andrés, que tuvo que emplearse en numerosas ocasiones, bien porque los rojillos se desajustaban más fácilmente, bien porque el Athletic se motraba más eficiente en los últimos metros. De modo que, si por presencia la pugna se mantuvo emparejada, por ocasiones claras ganaron los locales. Aunque la madera volviera a chafar las ilusiones navarras, repeliendo esta vez un espectacular lanzamiento de falta de Timor. No se dio por vencido Osasuna, muy vivo hasta el final ante un anfitrión que acabó pidiendo la hora. Pero el premio no llegó.

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