Raimundo Fitero

Porra y mazo

En los últimos meses han tomado un protagonismo muy sospechoso algunos portavoces de organizaciones que representan a las diferentes policías. Las calles están excesivamente pobladas de uniformes, armamentos, esposas, botas y cascos. Esta situación no es nueva, lo que nos parece ha cambiado de manera sustancial es que, por órdenes de la jerarquía, han pasado al ataque, no solamente utilizando una violencia indiscriminada en sus actuaciones represivas, sino en los medios de comunicación y, sobre todo, con una estrategia bastante obvia de ataque jurídico presentando querellas y acusaciones de manera desaforada.

Se trata de abortar cualquier denuncia de sus actuaciones violentas, de coartar todas las libertades, para ir aposentado un espacio de impunidad para la represión universal y que después ayude a convertir todo lo que ha sucedido y se ha visto en los medios y redes sociales, en lo contrario. Parece claro que se trata de una acción coordinada desde el gobierno de Rajoy, y que cuenta con gran parte de los aparatos del Estado, más una caterva de medios, abogados y hasta miembros de algún escalón de la judicatura que se aviene a dictar autos con considerandos aberrantes. Para entendernos, el estilo Garzón se ha instaurado de manea ordinaria: admitir sin cambiar una coma los imaginativos y politizados informes policiales, en esa simbiosis entre porra y mazo judicial.

Lo que está cambiando, es que no solo deliran acusando a los manifestantes detenidos, sino que una vez ha pasado la primera oleada de orden totalitario violento, van a por todas en los juzgados, querellándose contra todos, especialmente contra los políticos que han opinado de lo que han visto. Quieren calle, parlamentos, medios de comunicación, ciudadanos silenciosos o que aclamen al poder, ni una pizca de libertades de expresión, opinión, manifestación o elección. Resulta increíble lo flojera de esos bultos encapuchados con casco y porra que siempre acaban lesionados, con partes forenses inverosímiles, pero la actual situación nos alerta de una voluntad política de recortar derechos y libertades, que se puede manifestar de manera grosera en las próximas elecciones.