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«Cosmopolis» ilustra cómo muere por la boca un pez gordo del capitalismo salvaje

A raíz de «Un método peligroso» David Cronenberg ha entrado en una etapa muy árida basada en el poder de la palabra, por lo que su imaginario visual pasa a segundo termino. En «Cosmopolis» la ciudad de Nueva York es apenas entrevista desde el interior de una limusina, desde la que el billonario protagonista cierra sus negocios. Esta adaptación de la novela de Don DeLillo se basa casi exclusivamente en una transcripción literal de sus densos y extensos diálogos.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

David Cronenberg es un experimentador nato, que se encuentra sumergido de lleno en una nueva etapa radicalmente contraria a las que ha seguido en el pasado. Si antes destacó como creador visual capaz de desarrollar un imaginario propio e intransferible, en la actualidad ha sucumbido al poder de la palabra, convencido de que el cine o el audiovisual son hoy en día alguien hablando frente a una cámara.

Ya en su anterior «Un método peligroso», empleó la dialéctica entre Jung y Freud para desarrollar una narrativa basada en lo puramente discursivo. Su adaptación de «Cosmopolis», la novela de Don DeLillo, se sustenta sobre una transcripción literal de sus densos y largos diálogos. Esto ha complicado la recepción de la película por parte del público, ya que es difícil acceder al lenguaje técnico bursátil y financiero que manejan el protagonista y sus asesores. Los términos especulativos cifrados se entremezclan con reflexiones filosóficas sobre la decadencia capitalista de Occidente, lo que dificulta la comprensión. Dicen que en un segundo o tercer visionado se entiende mejor el mensaje que hay detrás de esas conversaciones, pero en el primero ya se agota un poco la paciencia de las mentes más inquietas.

Otra pieza que cuesta encajar en la ecuación es la presencia de Robert Pattinson, cuyo perfil superficial choca con la profundidad de los pensamientos que salen de su boca. Cierto es que Cronenberg lo retrata de un modo hierático, en cuanto símbolo de una clase dirigente que compra y vende países desde una oficina, o en este caso desde el asiento trasero de su lujosa limusina.

El apoyo icónico tiende a la abstracción, bajo el pretexto de que los jóvenes magnates negocian con obras de arte vanguardistas. La película se abre y se cierra sobre sendos cuadros abstractos de Jackson Pollock y Mark Rothko, tan desdibujados como los propios personajes.

Estreno

Dirección:

Timo Vuorensola.

Guión:

Jarmo Puskala, Johanna Sinisalo, Michael Kalesniko y Timo Vuorensola.

Producción:

Samuli Torssonen, Tero Kaukomaa y Oliver Damian.

Intérpretes:

Julia Dietze, Götz Otto, Udo Kier, Christopher Kirby, Peta Sergeant, Stepanie Paul, Ben Siemmer, Michael Cullen.

Fotografía: Mika Orasmaa.

Música: Laibach.

Montaje: Suresh Ayyar.

País: Finlandia, 2012.

Duración: 93 minutos.

Estreno

Dirección y guión: David Cronenberg, sobre la novela de Don DeLillo.

Producción: Paulo Branco.

Intérpretes: Robert Pattinson, Paul Giamatti, Juliette Binoche.

Fotografía: Peter Suschitzky. Música: Howard Shore.

País: Canadá-Portugal, 2012.

Duración: 108 minutos.

Robert Pattinson quiere ser actor

Robert Pattinson quiere romper con su imagen de ídolo para las quinceañeras, protagonizando muestras del mejor cine de autor. Después de probar suerte con David Cronenberg, rodará con Werner Herzog «Queen of the Desert», donde interpreta a Lawrence de Arabia. En Australia hará el western futurista «The Rover» con David Michôd, el celebrado creador de «Animal Kingdom». También se pondrá a las órdenes de Jean-Stephane Sauvaire, realizador descubierto por «Johnny Mad Dog», en una recreación de la captura de Saddam Hussein titulada «Mission: Blacklist». Claro que aún queda por estrenarse la última entrega de la saga «Crepúsculo», motivo por el que sigue saliendo en la prensa rosa y los tabloides. M. I.

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