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El vicepresidente Biden buscaba reconducir las encuestas en su cara a cara con Ryan

El debate entre los candidatos a la Vicepresidencia de EEUU no suele ser un punto de inflexión en la carrera hacia la Casa Blanca pero tampoco una cuestión menor, y ayer, en el único cara a cara de la campaña electoral con el republicano Paul Ryan, el actual vicepresidente, Joe Biden, debía contraatacar para tratar de enmendar las encuestas y recuperar el impulso perdido por Barack Obama en su primer debate con Mitt Romney.

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GARA | WASHINGTON

El vicepresidente de EEUU, Joe Biden, y el candidato republicano, Paul Ryan, mantuvieron ayer en la pequeña ciudad de Danville (Kentucky) su cara a cara bajo una gran presión de sus respectivas campañas. Menos importante que los tres debates entre los candidatos presidenciales, Barack Obama y Mitt Romney, el cara a cara de ayer no estaba, sin embargo, exento de dificultades dada la opuesta personalidad de los aspirantes a la Vicepresidencia y el nuevo giro tomado por la campaña, ya que por primera vez la mayoría de las encuestas realizadas por la web RealClearPolitics daba una ligera ventaja al republicano Romney, un 48% de intención de voto frente al 47,3% para el demócrata Obama.

La prioridad para Biden era reconducir los sondeos a poco menos de un mes de las elecciones del 6 de noviembre y remontar ese descenso registrado tras el debate de hace una semana en Denver, en el que resultó vencedor Romney. Para ello, tenía ante sí la difícil tarea de aprovechar las oportunidades perdidas por el presidente y atacar las posiciones de su rival y a su joven halcón Ryan, enmendando la imagen ofrecida por Obama.

«La campaña de Romney ha cambiado el rumbo de esta carrera. Biden tiene la oportunidad de darle la vuelta y a Ryan se le exige que lo mantenga en marcha», recordaba a Efe Mark Brewer, profesor de la Universidad de Maine.

Algunos expertos señalaron que Ryan intentaría igualar la agresividad y la confianza mostrada por Romney hace una semana mientras que Biden trataría de ser mas asertivo, directo, crítico y beligerante que Obama. Pero la presión era mayor para el demócrata, que debía detener el impulso generado por el buen papel de Romney.

De ahí la relevancia del debate de anoche.

Martha Raddatz, periodista de ABC News, consideraba que Biden, que se erige en defensor de la clase media y tiene una larga experiencia que le convierte en una apuesta segura, debía apuntar allí donde Obama se contuvo en Denver: la negativa de los republicanos a salvar la industria automovilística estadounidense, su voluntad de recortar el gasto público, de privatizar la Seguridad Social y de defender una bajada de impuestos para las grandes fortunas. Y, por qué no, volver también sobre el comentario de Romney en relación al 47% de estadounidenses que reciben asistencia y, según él, viven del Gobierno.

Frente a él, Paul Ryan, presidente de la poderosa Comisión de Presupuesto de la Cámara de Representantes, que está más que preparado y tiene experiencia política, aunque nunca ha participado en un debate ante decenas de millones de espectadores. Uno de los ejes previstos del debate era la política exterior, materia en la que Biden aventaja en experiencia a su rival y en la que previsiblemente iban a destacar cuestiones como la situación en Siria y en Irán y el ataque del pasado 11 de setiembre al consulado estadounidense en Bengasi (Libia).

En cualquier caso, analistas vaticinaban que los candidatos a la Vicepresidencia serían los encargados de sacar los trapos sucios. Ante las críticas a Obama por su actitud «fría» y «poco contundente» durante el debate del pasado jueves, que permitió a Romney dominar el cara a cara, sostenían que la postura del presidente fue deliberada y formó parte de una estrategia de campaña para garantizar que el mandatario mantenga su imagen de hombre de Estado y deje los «golpes bajos» a su vicepresidente. Añadían que un ataque de Biden a la vida privada y los negocios de Romney a través de Ryan reportaría muchas ventajas para los demócratas.

Tras el debate de ayer, los candidatos presidenciales, Obama y Romney, tendrán dos nuevas oportunidades para ganar apoyos y subir en las encuestas con los cara a cara del 16 y del 22 de octubre.

«Mala noche»

El presidente de EEUU y candidato demócrata a la reelección, Barack Obama, afirmó que fue «demasiado correcto» en su primer debate con su rival republicano, Mitt Romney, y que tuvo «una mala noche», y auguró «un poco más de actividad» para el segundo cara a cara.

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Según un sondeo realizado por el instituto Pew entre el 4 y el 7 de octubre a 1.511 adultos, el 39% de los electores tiene una opinión favorable a Joe Biden y el 51% una opinión desfavorable, frente al 44% y el 40% para Paul Ryan.

Dos estilos y dos visiones contrapuestas de Estados Unidos

Dos generaciones diferentes, dos personalidades diametralmente opuestas, dos visiones contrapuestas de EEUU: todo separa al demócrata Joe Biden y al republicano Paul Ryan, los candidatos a la Vicepresidencia.

Joe Biden, de 69 años, es un veterano político elegido seis veces para el Senado, cercano a las clases medias y trabajadoras, defensor de los programas sociales y de los derechos de los homosexuales. De caracter encantador y bromista, Biden tiene un estilo informal y cercano, es un orador más emotivo y sería un activo muy importante para los demócratas si no fuera por su tendencia a meter la pata y sus declaraciones mordaces que luego sus aliados tratan de atenuar.

En agosto, por ejemplo, afirmó en el antiguo estado esclavista de Virginia que si Mitt Romney gana las elecciones sus planes bancarios «volverán a poner cadenas en los pies de los americanos». También a principios de mes dijo que la clase media «ha sido devastada en los cuatro últimos años».

Frente a él, un puro producto de Washington, el joven y ambicioso congresista Paul Ryan, de 42 años, poco conocido aún y mucho más cauto a la hora de hablar en público.

Ferviente católico, fanático del ejercicio y ávido cazador, Ryan es conocido por ser el adalid del conservadurismo fiscal y un ardiente defensor de una reducción del gasto público y de los recortes de impuestos para los ricos. Se opone al seguro médico propuesto por Obama, al aborto incluso en casos de violación y al control de las armas de fuego. GARA

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