Mikel INSAUSTI

El cineasta catalán Eduard Cortés empezó muy bien su carrera con títulos importantes como «La vida de nadie» u «Otros días vendrán», para luego irse desinflando con obras más prescindibles como «Ingrid» o «The Pelayos». A su última película le pasa exactamente lo mismo, que arranca de forma prometedora y termina en una pronunciada cuesta abajo. Lo que comienza siendo una entretenida comedia de robos se va mezclando con una trama de suspense y un romance contrariado, hasta desembocar en una tragedia social e histórica. La narración nunca encuentra el tono justo, al pasar de la ligereza inicial a una seriedad dramática que contraviene los apuntes de parodia costumbrista y los anula.

«¡Atraco!» se estrenó antes en Argentina, por tratarse del país coproductor, obteniendo un notable éxito de público. Puede que haya ayudado a ello la popularidad del cómico local Guillermo Francella, a pesar de que su gran capacidad caricaturesca está algo desaprovechada por tener que formar pareja humorística con el joven Nicolás Cabré, siendo este quien comete las torpezas de novato ante la obligada cara de circunstancias de su más experimentado compañero de reparto. En cambio, el secundario Daniel Fanego cuaja una actuación más coherente, toda vez que le toca en suerte el lado contenido e introspectivo de la función, como secretario personal de Perón en su exilio panameño.

Desde allí se organiza el atraco del título que tiene lugar en una joyería madrileña, y es ese suceso concreto el que marca el devenir errático del relato bajo la influencia del productor y guionista Pedro Costa, que parece querer abordar el asunto como si de un capítulo de su serie televisiva «La huella del crimen» se tratara. Se entra entonces en una crónica negra del franquismo, y la anécdota o leyenda urbana del interés de Carmen Polo de Franco por las joyas de la difunta Evita toma una dimensión que se aleja del absurdo. Consecuentemente, al final sí cobra importancia el demostrar la veracidad de los hechos.