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Reflexiones (XIII) | Francisco Llera Director del Euskobarometro

«Hay una crisis de confianza que arrastra a las instituciones»

Por encontrarse fuera de Euskal Herria, Francisco Llera responde a las preguntas de GARA a través de un cuestionario. El director del Euskobarómetro apunta que existe en la sociedad una profunda crisis de confianza política que arrastra consigo a las principales instituciones.

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Iker BIZKARGUENAGA

Francisco Llera pidió expresamente a este periódico que antes de la entrevista fuera publicado el siguiente párrafo. Atendiendo a su petición, así lo hacemos:

«He tenido muchas dudas para acceder a esta entrevista en un medio que ha sido cómplice de la violencia y la intolerancia en nuestro país, no ha respetado el pluralismo y ha hecho mucho daño a las víctimas del terrorismo, sin olvidarme de las descalificaciones personales y del trabajo académico hacia mi equipo y yo mismo, aunque esto último sea los menos importante. Un trabajo académico de tantos años con el único fin de servir a la opinión pública y contribuir a la salud democrática de la sociedad vasca, con la humildad de quien no se cree en posesión de la verdad, pero sí en el trabajo bien hecho. Son, precisamente, estos principios de pluralismo, respeto a los lectores de este medio y voluntad de concordia los que han pesado en mi decisión, con la esperanza de que sea comprendida y correspondida con actitudes similares, en el convencimiento de que solo así construiremos, entre todos, un país basado en la justicia, en la memoria, en el respeto y en la libertad de todos y en el que nuestro hijos pueda disfrutar del sosiego que sus padres no hemos tenido».

¿Cómo definiría la situación actual? ¿Prima la incertidumbre económica? Desde el punto de vista político, ¿en qué situación nos encontramos?

El País Vasco, a pesar de la mejora relativa de buena parte de los números rojos que agobian a otras economías y, sobre todo, de la esperanza de estar cerrando la página negra de medio siglo de terrorismo, está condicionado, como todos, por la doble crisis económico-financiera y su correlato institucional y político. Sin embargo, más allá de reformas y ajustes institucionales necesarios, estamos en una situación política propicia para el entendimiento y la solución de los problemas que nos aquejan. Hay una buena base para forjar los acuerdos necesarios para un programa de reformas que nos lleven al final de la crisis económica y la mejora de nuestra calidad y gobernanza democráticas.

Mirando un poco más allá, con el debate soberanista abierto en Catalunya, las movilizaciones sociales en Madrid (25S...), el nuevo escenario abierto aquí tras el anuncio de ETA, la grave crisis económica... hay quien compara el clima existente con el de hace 30-35 años, en plena «Transición». ¿Coincide usted con este diagnóstico?

Se pueden hacer comparaciones, pero no simplificaciones. Hoy, mal que bien, tenemos instituciones que funcionan, un pluralismo asentado, una sociedad más madura y formada, una larga experiencia, no tenemos terrorismo y estamos en la UE del Euro. Es verdad que estamos embarrancados en una crisis sin precedentes, que nos va a obligar a repensar y cambiar muchas cosas (en lo público y en lo privado), pero tenemos demasiado que perder y mucho que ganar y, además, no estamos solos.

Las encuestas indican que la «clase política» está cada vez más desprestigiada. ¿A qué se debe? ¿Cree que es irreversible?

Hay una profunda crisis de confianza política o desafección, sobre todo en nuestra partitocracia, que arrastra consigo a las principales instituciones. La falta de resultados o los resultados negativos derivados de la gestión de la crisis han hecho insoportables algunos males endémicos de nuestra democracia, como la corrupción, el hiperpartidismo, la profesionalización política, la ineficiencia administrativa y la escasa calidad de muchos de nuestros responsables públicos.

Es cierto que la crisis lo ocupa casi todo en este momento, tanto en el ánimo de los ciudadanos, como en los medios de comunicación. Sin embargo, en las últimas semanas el debate sobre el modelo de Estado también ha irrumpido con fuerza. ¿Cree que ocupará un lugar determinante en el debate político de los próximos años? ¿Y en la sociedad vasca?

Inevitablemente, el modelo de Estado entrará en el mismo paquete de prioridades que otras reformas institucionales necesarias. No es ninguna novedad. En Alemania, por ejemplo, después de años de crisis tras la reunificación, en el programa de su última gran coalición entre democristianos y socialistas estaban las grandes reformas del Estado de Bienestar junto a la reforma federal. Sin embargo, no creo que esta cuestión sea ni determinante en España, ni se convierta en un tema prioritario en la sociedad vasca. Sobre todo, porque la crisis va para largo.

Estas próximas elecciones, más allá de los resultados, van a reordenar la composición del Parlamento, ¿qué consecuencias va a tener en la actividad institucional de la CAPV? ¿Cree que en los próximos años asistiremos a políticas de alianzas que hasta ahora no se han ensayado?

Refiriéndonos a la legislatura que va a salir de los resultados del día 21, yo preveo un gobierno en minoría del PNV con acuerdos puntuales a varias bandas y en un contexto institucional y de alianzas de geometría variable, que es muy típica de nuestro país.

¿Cuál será la prioridad del próximo ejecutivo autonómico?

Todo lo relacionado con la crisis económico-financiera: llegar a acuerdos, contener el déficit y conseguir la reactivación económica, manteniendo la cohesión social y haciendo sostenibles nuestros grandes servicios públicos. Todo ello requerirá un programa de reformas institucionales y administrativas que las hagan más eficientes.

En plena jornada de reflexión, se cumple el primer aniversario del cese definitivo anunciado por ETA. ¿Qué balance hace usted de estos doce meses? ¿Qué queda por hacer en esta materia? ¿Cuál cree que es la opinión de la ciudadanía respecto a la actitud de los agentes implicados?

El principal balance es que nos hemos acostumbrado a vivir sin la amenaza permanente de la violencia, que no es poco. El segundo, que se ha abierto camino el debate sobre este pasado y sus consecuencias. El tercero, que se han empezado a dar pasos hacia una cultura de la tolerancia y la reconciliación. Pero, ni ETA ha desaparecido, ni ha reconocido sus errores y responsabilidades, ni ha pedido perdón a sus miles y miles de víctimas. La sociedad vasca, aun reconociendo los avances, sigue demandando mucho más a ETA y su mundo, precisamente en la línea que comentaba y en la aceptación efectiva de los valores y reglas del pluralismo democrático. Otra cosa distinta será las contrapartidas que el Estado de derecho y la sociedad democrática estén dispuestos a proporcionar, si se dan esas condiciones previas. No es un camino fácil, ni rápido. Pero, tendremos que recorrerlo entre todos.

¿Cómo imagina la campaña electoral en 2016? ¿Cómo cree que será la política vasca entonces? ¿Se habrá consolidado un escenario de paz?

Si tenemos la suerte de, para entonces, haber puesto las bases para superar la crisis económicofinanciera, estaremos haciendo o planteando reformas institucionales de calado, la cuestión territorial podría ser un punto fuerte de la agenda política, ETA ya se habrá disuelto y las cuestiones más importantes del final del ciclo de la violencia, probablemente, estarán también en la agenda. Sin embargo, en la medida en que son todas cuestiones que requieren un gran consenso y si éste se consigue, no serían temas de las agendas de campaña. Pero, comprendo que esto puede parecer la carta a los Reyes Magos.

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