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Obama pasa a la ofensiva y gana un tenso debate en el que Romney resiste

Barack Obama aprendió la lección de Denver y buscó ayer una actitud más combativa y enérgica ante Mitt Romney en el segundo debate electoral entre ambos, que estuvo marcado por un animado duelo verbal y el protagonismo de la economía, la inmigración y el ataque mortal al consulado de EEUU en Bengasi. Obama se resituó en la carrera presidencial frenando el avance de Romney, que consolidó su imagen más moderada.

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GARA | HAMPSTEAD

Una docena de preguntas realizadas a veces con voz temblorosa por el público, dos candidatos a los que nada parecía poder parar y una moderadora decidida: el segundo debate entre los candidatos presidenciales estadounidenses, celebrado el martes por la noche, fue mucho más disputado que el de 3 de octubre en Denver, en el que el republicano Mitt Romney vapuleó al demócrata, Barack Obama.

Desde los primeros minutos del debate, en la universidad de Hofstra, cerca de Nueva York, el tono estaba ya fijado y el presidente y aspirante a la reelección, que estaba obligado hacer olvidar el primer debate, en el que jugó un papel muy flojo, se lanzó al ataque acusando a su rival de «no decir la verdad». Y cuando Mitt Romney evocaba su «plan de cinco puntos» para crear 12 millones de empleos, Obama ironizó sobre un hombre que, según él, tiene un plan de «un solo punto (...) asegurar» que los más ricos «tengan unas reglas de juego diferentes».

Eclipsando al Obama que el 3 de octubre había parecido ausente, presionó ayer hasta el final a su rival. Enérgico y decidido, el presidente demócrata hizo todo lo posible para convencer a los 82 votantes indecisos que formaban parte del público y a las decenas de millones de estadounidenses que siguieron el debate por televisión para que le permitan seguir en la Casa Blanca cuatro años más a partir del 6 de noviembre.

Sonrió mucho e hizo reír a veces al público, pero se puso serio al referirse a los ataúdes que recogió tras el ataque al consulado estadounidense en Bengasi.

Durante 95 minutos, se batió el cobre frente a su adversario en todos los temas, desde la energía hasta la política fiscal, pasando por las mujeres, la inmigración y la política exterior.

No vaciló en interrumpirle varias veces y acusarle de ser más derechista en materia social que el impopular George W. Bush.

Tras un primer debate que le permitió remontar e igualar al presidente en las encuestas, Romney no se dejó amilanar ante un Obama que se desenvolvió mucho mejor que hace dos semanas. Él también plantó batalla, haciendo malabarismos con las cifras, interrumpiendo si era necesario al presidente o la moderadora, Candy Crowley, la primera mujer que dirige un debate presidencial en los últimos 20 años.

«No podemos permitirnos cuatro años más como estos últimos cuatro», insistió Romney, que recordó la mala gestión económica de su rival. Pero el exgobernador, demasiado mecánico, jamás abandonó su seriedad, y su sonrisa apenas se vio a medida que avanzaba el debate.

La moderadora cortó en varias ocasiones a los dos candidatos e incluso corrigió a Romney cuando dijo que Obama no calificó de «terrorista» el ataque del pasado 11 de setiembre contra el consulado de EEUU en Bengasi.

Victoria del presidente

Al final del debate, ambas partes se apresuraron a proclamar su victoria inmediatamente.

Pero las encuestas relámpago tras el segundo debate fueron unánimes en otorgar la ventaja a Obama, cuya actitud combativa le permitió sumar puntos frente a Romney. La medición de CBS News, por ejemplo, arrojó que 37% de los consultados estimó que Obama ganó el duelo, contra 30% para Romney. Mientras que CNN, le dio un 46% de apoyo, frente al 39% de Romney.

El debate «levantó el ánimo a los demócratas, y los republicanos encontrarán también motivo de regocijo, pero Obama necesitaba mucho más resucitar. Creo que el presidente tuvo una mucho mejor noche (en la Universidad de Hofstra, Nueva York) que en Denver», explicó a AFP John Pitney, profesor de Ciencias Políticas en la universidad Claremont McKenna.

Los demócratas parecían realmente tranquilos. Harold Bonilla, de 73 años y partidario de Obama dijo que había visto la preparación de su campeón. «Ha sido más agresivo, pero no arrogante. Ha puesto a Mitt Romney en su sitio», sostuvo.

Críticas por el traspiés del candidato republicano sobre Bengasi

El error de Mitt Romney en torno al ataque en el consulado de Bengasi (Libia) se convirtió en el más comentado tras el debate y le valió críticas de medios de comunicación y de compañeros de partido. El desliz se produjo cuando Romney cuestionó una afirmación de su rival, el presidente Barack Obama, de que al día siguiente del ataque dijo, durante unas declaraciones en la Rosaleda de la Casa Blanca, que el ataque en Bengasi había sido un «acto terrorista». Romney aseguró que Obama tardó 14 días en describir el ataque de Bengasi como «terrorista» y el actual mandatario, tranquilo y con una sonrisa en el rostro le pidió que consiguiera una transcripción de esas declaraciones para comprobarlo y la propia moderadora, Candy Crowley, intervino para decir «sí lo hizo».

Conscientes de que, en efecto, Obama declaró en la Rosaleda que «ningún acto terrorista puede jamás perturbar nuestra determinación», varios comentaristas y políticos republicanos reconocieron al instante el fallo de Romney. «Romney tenía el terreno abierto (en Libia) y lo perdió», afirmó el columnista conservador Charles Krauthammer en la cadena Fox. El asesor republicano Matt Mackoviak escribió en su cuenta de Twitter que «Romney debe ser mejor en lo que se refiere a Libia (en el último debate presidencial) el lunes, y lo será». El columnista conservador Ben Shapiro tuiteó que Romney «hizo una verdadera chapuza con el asunto de Libia» y Obama «lo presentó como un momento de fortaleza».

Tim Miller, portavoz del Comité Nacional Republicano, trató de defender a Romney en Twitter al señalar que «Obama no volvió a decir la palabra `terrorismo' hasta dos semanas después de las declaraciones en la Rosaleda, y solo cuando le presionaron». GARA

último debate

Barack Obama tendrá ocasión de enfrentarse el un tercer y último duelo verbal a Mitt Romney el lunes en Boca Ratón, Florida, en un debate que se centrará en la política exterior, materia en la que el presidente tiene más experiencia.

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