Elecciones del 21 de octubre
Mintegi abandera el cambio ante la indefinición de Urkullu
El único debate entre los aspirantes a lehendakari sirve para que EH Bildu muestre sus cartas en favor de otras políticas y afirme que le consta un pacto de gobierno entre Urkullu y López. El candidato del PNV opta por la indefinición sobre la independencia o la fiscalidad. Basagoiti golpea al aire
Ramón SOLA
Todo ello en un debate, el primero y único de la campaña entre los principales candidatos a lehendakari, que fue emitido por EiTB anoche y que se desarrolló en el mismo tono sosegado que ha marcado la campaña, salvo en momentos muy contados. No dejó grandes titulares, así que la noticia fue más bien el continuismo apuntado desde PNV y PSOE, que en el caso de Iñigo Urkullu consistió más bien en indefinición.
La mesa redonda reunió al fin a los cuatro grandes aspirantes (Iñigo Urkullu, del PNV; Laura Mintegi, de EH Bildu; Patxi López, del PSE; y Antonio Basagoiti, del PP), además de a José Navas (EB) y Gorka Maneiro (UPyD). Estos dos últimos se incorporaron al diseño previo por decisión de la Junta Electoral Central un día antes.
Entre los candidatos se cruzaron más preguntas que respuestas, y la mayor parte se quedaron en el aire. Especialmente ambiguo estuvo Urkullu, que no salió de su mutismo ni en el terreno político (se limitó a plantear más autogobierno y siguió esquivando posicionarse sobre la independencia) ni tampoco en el social (ni concretó qué reforma fiscal haría ni explicó de dónde recortaría el gasto).
Esto hizo que la agenda del cambio quedara exclusivamente en manos de Laura Mintegi, y también de José Navas, con un discurso muy similar al de EH Bildu en todas las áreas. Mintegi sí fue clara en ambos puntos. Sobre la crisis recalcó que sí hay dinero pero hace falta repartirlo. Y sobre el marco expuso que hace falta llegar a un acuerdo sobre el derecho a decidir que posibilite también la independencia. En este último punto, instó al resto a ser realistas: «Nos llevemos como nos llevemos, nos vamos a tener que arreglar, la gente que nos está viendo se lo merece».
Pero la candidata de EH Bildu llegó al debate con otra noticia bajo el brazo, que dijo sustentada en datos que no se revelan por el momento. Aseveró que PNV y PSE ya tienen cerrado un pacto de gobierno «con reparto de consejerías» y añadió que «ustedes lo saben y yo lo sé». Las dos afirmaciones que hizo al respecto fueron respondidas por López con risas y muestras de incredulidad. Sin embargo, resultó más elocuente el silencio de Urkullu, que optó por no desmentirlo.
El candidato del PSE se centró en defender su gestión, por lo que su intervención en el debate tuvo un carácter muy continuista. Basagoiti, por su parte, se puso a sí mismo en fuera de juego desde el primer momento insistiendo en saltarse el guión y buscar un enfrentamiento artificial primero con EH Bildu. No lo logró y quedó en ridículo en más de un pasaje.
La crisis económica
La discusión comenzó en torno a la cuestión más urgente, la crisis, y su otra cara de la moneda, la posibilidad de aumentar ingresos a través de nuevas políticas fiscales. Este último punto retrató muy bien el afán de Urkullu en no posicionarse y así dejar abierta la opción de recoger votos de todos los caladeros; así, en su primer turno ni siquiera habló de fiscalidad, solo de recortar el gasto; en el segundo defendió que el sistema vasco actual «es el más progresivo de los existentes» y que «ya se lucha contra el fraude»; y solo en el tercero apuntó que estaría abierto a una reforma fiscal, pero sin ninguna concreción.
Frente a ello, tanto López como Mintegi reivindicaron más progresividad, de modo que los ricos paguen más. Pero sus discursos se diferenciaron en lo tocante a las políticas de gasto. Laura Mintegi apuntó que «digan lo digan ustedes aquí, luego hacen lo que les impone Rajoy, son una correa de transmisión». Reprochó a López que Lakua sí ha recortado en sanidad y educación al cambiar los ratios o no cubrir bajas. «No es verdad», se quejó el todavía lehendakari. Por su parte, Urkullu afirmó que gobierne quien gobierne tendrá que recortar y volvió a anticipar «dos años difíciles», pero aseguró que «Euskadi remontará como en los años 8o». Aquí Basagoiti, monotemático, terció para asegurar que aquello ocurrió «gracias a la ayuda del Gobierno de España».
Mientras el resto de candidatos se centraban en el dinero, la cabeza de lista de EH Bildu puso el acento en las personas. Aseguró que «hay dinero, pero está mal repartido». Esgrimió datos de ayer mismo para afirmar que un 1,3% de la ciudadanía vasca posee el 44% de la riqueza, para concluir que «este es un país solvente, pero hay que repartir». Y en este mismo contexto, Laura Mintegi calificó de «suicidio político» operaciones como la propuesta por Urkullu para que Lakua adelante al Estado español el dinero para las obras del TAV.
Muy parejo fue el discurso de Navas, que definió a la CAV como un «paraíso fiscal» y recordó que ningún responsable de la crisis ha ido a la cárcel. Por su parte, Maneiro culpó de todo a la estructura administrativa y pidió una recentralización.
El marco político
La cuestión política iba en otro bloque, pero cuando se puso sobre la mesa Mintegi aclaró a Basagoiti que no son dos cosas indisolubles: «Precisamente la única salida a la crisis es tener las mayores cotas de soberanía, y la independencia si es posible. España es un barco que se hunde». Por contra, para el líder del PP «España es la octava potencia del mundo» y lo que pone a la ciudadanía vasca al borde del precipicio es la independencia.
Si Mintegi marcó con claridad la posición de EH Bildu, que previamente incide en la necesidad de un acuerdo plural sobre el derecho a decidir, a Urkullu no hubo forma de sacarle clarificaciones al respecto.
Basagoiti primero y López después se fajaron con el candidato jelkide, al que acusaron de acudir al debate con un discurso de mero aumento de autogobierno destinado a ampliar su electorado. El líder del PSE consideró inaceptable que la campaña vaya a acabar ya y se continúe si saber cuál es la apuesta exacta de Iñigo Urkullu. Tras refugiarse en silencios y encogerse de hombros, finalmente el jelkide habló, pero sin aclarar nada. Su posición volvió a resumirse en latiguillos como «bilateralidad con garantías» o ir avanzando hacia «Euskadi, nación en Europa», pero todo ello, insistió dos veces seguidas, «con los pies en el suelo».
De hecho, en un momento de la refriega dialéctica Mintegi apuntó que no coincidirá con el PNV en materia social, pero sí puede hacerlo en este asunto. Urkullu saltó inmediatamente para afirmar que «tampoco en eso» porque a ambos les diferenciarían las formas de avanzar hacia la soberanía.
López también fue claro en esta cuestión. En la línea de su declaración de Gernika del inicio de la campaña, garantizó que se opondrá tanto a la independencia como al «centralismo» que ejemplificó en los decretos de los Consejos de Ministros de los viernes. «Con la que está cayendo, ¿ustedes se creen que estamos para referendos?», espetó Basagoiti a EH Bildu y EB, los más diáfanos en torno a esta demanda. Y Mintegi se preguntó entonces «por qué tienen tanto miedo a preguntar a la ciudadanía». Ello dio paso a un rifirrafe con Maneiro, que le echó en cara que su coalición no es quien para hablar de derechos. En réplica, Mintegi le emplazó al domingo: «Si usted es demócrata, escuche lo que está diciendo el pueblo».
Llamó la atención que en el debate ni se citó apenas el proceso abierto en Catalunya, y muy poco también el de Escocia. Mintegi puso sobre la mesa el recordatorio del aniversario de la Declaración de Aiete y lo que queda por desarrollar de ella, pero nadie siguió por ese camino. López se cobijó en su habitual «nadie nos ha regalado nada, lo hemos conquistado». Y Urkullu solo propuso que a partir del nuevo parlamento «tenemos que aprender a hablar con todos y de todo» para «conseguir paso a paso la cohesión interna de Euskadi».
En resumen, un debate de guante blanco que sorprendió al propio moderador, el periodista Dani Álvarez, pero del que EH Bildu sale reforzado en su papel de alternativa principal de cambio mientras PP, PSE y PNV no ofrecen novedades potentes en ninguna de las dos crisis que se ciernen sobre Euskal Herria, la económica y la política. Una hora y media larga que a todas luces descartó también a Basagoiti de cualquier opción de avance electoral, consumido en un intento kamikaze de crispar a Mintegi y a Urkullu que no encontró respuesta alguna.