El conflicto entre Catalunya y el Estado español se cobró ayer su primera víctima política. La secretaria general del PSOE en el Parlamento Europeo, la catalana Maria Badia, dimitió de su cargo después de firmar el pasado lunes -junto a europarlamentarios de CiU, ERC e ICV- una carta en la que instaban a la Unión Europea a tomar medidas contra las amenazas del Estado español. En concreto, la misiva pedía a la vicepresidenta de la Comisión Europea, Viviane Reding, que estudiase vetar el derecho a voto del Estado español si «las amenazas militares» persistían.

Badia -cercana al sector catalanista que sobrevive en el PSC- explicó ayer que presentó su dimisión por el «malestar» que había ocasionado en su grupo parlamentario y por las críticas que había recibido la carta. Ese malestar, sin embargo, solo se hizo público por la tarde, cuando el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, calificó de «profundamente equivocada» la misiva de los europarlamentarios catalanes. También el PP, por medio de su portavoz en el Congreso, Alfonso Alonso, criticó la carta, pidiendo una rectificación a los firmantes. Como apunte, cabe destacar que la carta fue publicada el lunes; sin embargo, el revuelo llegó dos días más tarde, cuando la cabecera «El Mundo» abrió portada con el tema.

La carta en cuestión tomaba como máxima referencia las palabras del vicepresidente del Parlamento Europeo, el catalán Alejo Vidal Quadras, del PP, -que pidió al Gobierno que enviara a la Guardia Civil para detener los ánimos independentistas- y se limitaba a pedir que la UE garantizase el desarrollo democrático del conflicto entre Catalunya y el Estado español.

De hecho, la misiva de los diputados catalanes no ha sido la única reacción europea a las declaraciones de Vidal Quadras, ya que el pasado martes, el europarlamentario flamenco Derk J. Eppink dirigió duras palabras en el hemiciclo contra las amenazas militares y la carta que el vicepresidente de la Cámara envió a todos los diputados, en la que advertía de que el separatismo catalán «no es nada pacífico ni democrático». Eppink espetó a Vidal Quadras que la carta parecía «escrita por Franco» y le instó a dimitir.

La polémica con las cartas en una y otra dirección es una muestra del alcance del debate independentista en el seno de la Unión Europea, pero no el único. También ayer, el vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Competencia, Joaquín Almunia, declaró que «no es honesto decir que una Catalunya independiente quedaría fuera de la UE», contradiciendo de esta manera las palabras que él mismo pronunció el pasado 9 de octubre, cuando afirmó exactamente lo contrario.

Pero el caso catalán no es el único que circula por los despachos de Bruselas. En apenas mes y medio, Europa se ha encontrado con la histórica manifestación de Barcelona, la victoria de los independentistas flamencos en las municipales belgas, el acuerdo entre Salmond y Cameron para celebrar un referéndum por la independencia en Escocia y los resultados electorales del domingo en la CAV. Por mucho que Rajoy insiste en que en Europa no se habla de separatismos, el primer ministro belga, Elio di Rupo, confirmó que el independentismo al alza fue uno de los temas tratados durante la cumbre europea de la semana pasada. También se filtró a la prensa una propuesta del presidente italiano, Mario Monti, encaminada a celebrar una cumbre informal para tratar el tema de los separatismos. La independencia está, por lo tanto, en el primer plano de la agenda europea.

Tira y afloja entre Mas y Rajoy

Dentro del Estado, ayer fue el turno de réplica para el President, Artur Mas, después de que el martes, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, le acusase -30 días después de la reunión sobre el pacto fiscal- de hacer chantaje y no querer negociar. Mas respondió que «en Madrid piensan que el diálogo es aceptar lo que ellos quieren» y añadió que «son excusas de mal pagador» porque Rajoy «no quiso ni hablar».

El cruce de declaraciones entre Mas y Rajoy dibuja de alguna manera los primeros trazos de lo que será la campaña electoral para los comicios del 25 de noviembre, en el que ambos presidentes buscarán el cuerpo a cuerpo, dejando al margen al resto de candidaturas. A ambos les conviene. Rajoy volcará la atención en la campaña catalana, evitando así hablar del rescate que algún día llegará, mientras que Mas intentará presentar las elecciones como una pugna entre Catalunya y el Estado, es decir, en un plebiscito en el que Mas y Rajoy sean prácticamente las únicas opciones, buscando de esta manera un voto útil que ya parece empezar a decantarse por el President.