Las fuerzas gubernamentales libias, compuestas por exrebeldes, tomaron el control ayer de la ciudad de Bani Walid, acusada de refugiar a miembros del antiguo Gobierno de Muamar Gadafi y considerada el último bastión del viejo régimen.

Cientos de rebeldes, en su mayoría de Misrata, ciudad vecina y rival histórica, se reunieron en el centro de Bani Walid, disparando al aire con armas de todos los calibres para celebrar la captura de la ciudad, ubicada a 185 kilometros al sur de Trípoli.

También plantaron la bandera de Libia en todos los edificios públicos, abandonados ahora, realizando actos de saqueo y disparando fusiles kalashnikov o lanzacohetes hacia las ventanas y paredes, en una ciudad totalmente vacía.

Varios líderes de los grupos armados declararon que la ciudad estaba «casi liberada», haciendo referencia a algunos focos de resistencia en el sur de Bani Walid.

La amenaza de una ocupación era conocida desde hace varias semanas, después de días de ataques, con la excusa de que en la ciudad se encontraban los responsables del secuestro y la muerte de un rebelde.