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Raimundo Fitero

Brote

 

Lo que consideramos vida ordinaria de cadenas y canales televisivos sigue en sus vericuetos, con un panorama que empieza a ser desolador dada la tendencia a la reiteración y el acorralamiento de las franjas horarios con productos destinados al mismo segmento de audiencia. Es el miedo el que guarda la viña o la parrilla. Nadie quiere distinguirse con una mínima innovación porque puede perder comba y en estos momentos un despiste te hunde, un poco más, en la miseria. A la espera de las decisiones de las televisiones autonómicas, su privatización o relanzamiento, sus nuevas estructuras y programaciones, seguimos en una televisión generalista que va de la series históricas a los realitys, pero dando una amplitud de contenidos a este concepto que casi se podría convertir en sinónimo de programación.

Sí, porque los espacios almacenes matinales o vespertinos, los de espectáculos, los de aventura todos tiene de manera clara, con subterfugios o camuflados, elementos de reality. Los de descubridores de talentos, los de explotación de famosos hasta la extenuación, o la parrilla entera de MTV, son ejemplos incontestables. Lo de los gamberros por Gandía es ejemplar, en este sentido. Colocar a unos jóvenes desinhibidos, con ansías de fama, se les da de comer y de beber, los sueltas y te hacen un espectáculo incalificable.

Pero este abuso de las gentes «corrientes» como materiales televisivos de consumo tiene sus riesgos. Y veo a ancianos en Canal Sur ligando de manera grosera, lo que divierte mucho pero tiene un punto de patetismo. O esos seres que por matrimonio o circunstancia extraordinaria pasan de la peluquería a los platós, que acaban siendo devorados por el propio sistema. Pongamos el caso Raquel Mosquera, peluquera casada con boxeador retirado, que al enviudar se convierte en estrella de los platós, y que ha proporcionado episodios realmente vergonzosos. Acaba de ser internada porque mientras participaba en un reality ha sufrido un brote sicótico. No se puede frivolizar con este asunto, esa mujer, ya ha dado muestras de sus problemas, de sus desequilibrios y la tele, en general, le hace daño y la llevará al ocaso. Un poco de conmiseración no vendría mal.