Crónica | Tic para la paz
Periodismo ciudadano, cuando todo el mundo tiene voz
Cualquier persona con conexión a internet e inquietud por contar al mundo lo que ocurre a su alrededor puede ser un periodista ciudadano; informar ya no es algo que solo hagan los medios tradicionales. En esa corriente destacan los blogs, valiosas herramientas que eliminan las barreras entre los productores y consumidores de contenidos.
Oihane LARRETXEA
Los medios de comunicación tradicionales, sobre todo en el caso de la prensa escrita, se han tenido que reinventar o adaptar. Aunque algunos se resistan a dejar de sentir las hojas de los periódicos entre los dedos, lo cierto es que las nuevas generaciones han nacido con las pantallas, en la era digital. Lo dicho, renovar o morir. No obstante, el de la digitalización no es el único cambio -no diremos obstáculo, es más estimulante hablar de retos-, y en este punto cabe destacar el boom del periodista ciudadano, una persona con inquietudes y gran interés por lo que ocurre a su alrededor. Pone el foco, su foco, en su entorno más cercano y a golpe de click lo cuelga en su blog para que circule por la red.
La iniciativa «TIC para la paz» -impulsada por la Fundación Cultura de Paz y la Fundación Cibervoluntarios-, clausuró ayer en Donostia el congreso «Mujer, tecnología y democracia para el cambio social», donde ayer por la tarde se dieron cita tres mujeres con experiencia en el terreno: Paula Gonzalo, co-fundadora de Periodismo Ciudadano; Manal Hassan, blogger y ciberactivista egipcia, y Lali Sandiumenge, periodista y autora del blog «Los guerreros del teclado».
Todas ellas coincidieron en señalar la importancia de buscar un sistema híbrido, es decir, un fórmula que combine de manera equilibrada los medios de comunicación tradicionales y los periodistas ciudadanos. Destacaron que esa es una necesidad aún por suplir en el Estado español.
Por lo tanto, no se trata tanto de que el periodismo ciudadano le haya comido -o vaya a comer- la tostada a los canales convencionales, sino que la tarta hay que compartirla.
Hassan habló de su experiencia en su país natal, donde el régimen de Hosni Mubarak tenía la información controlada. Echó la vista atrás para recordar que al principio eran una treintena los blogueros, narradores que se tomaban «muy en serio» la responsabildad de informar. En ocasiones eran ellos los únicos que podían contar la realidad al exterior. Para cuando se dieron cuenta «una pequeña comunidad se puso en marcha». Esa semilla dio sus frutos, y en la actualidad, en Egipto, hay más de tres millones de blogueros.
Desde su experiencia, aseguró que la blogosfera se adaptó bien a los medios tradicionales y que la cooperación entre ambos es palpable. «Preparamos dossieres de prensa que después enviamos a los periodistas para decirles `esto es lo que vamos a cubrir desde los blogs'. En cierta medida, les marcamos la agenda», explicó.
Lali Sandiumenge trabaja como freelance, así que ha viajado mucho. Descubrió el mundo del blog de forma casual y le gustó, entre otras cosas, porque cada autor tiene la libertad de contar lo que le parece sin intermediarios que son «los gobiernos y la prensa internacional», y defendió que «el periodista tiene que replantearse la manera en la que se enfrenta a la noticia». Destacó el valor de esta herramienta porque «todo el mundo es emisor y receptor, porque todo el mundo tiene voz».
Al igual que Sandiumenge, Gonzalo echaba de menos cierta frescura y dinamismo en la profesión. «Estaba decepcionada, percibía cierto estancamiento y esto me abrió camino a otra perspectiva más abierta, más enriquecedora».
«Se tiende a creer que el periodismo ciudadano existe en oposición a los medios tradicionales, pero diría que no es así. Se pone en duda la fiabilidad de la información, si se ha contrastado o no». Y dijo que la duda es injusta. «¿En los medios tradicionales cuánta información está libre de intereses?», inquirió.
Con este escenario, señalaron que los periodistas ciudadanos han venido para quedarse y que la variedad de información es siempre positiva. «Se necesitan iniciativas innovadoras -animaron-, y estamos viviendo una era fascinante para ello».