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Cifran en más de 22.000 los desplazados por la ola de violencia en Myanmar

El rebrote de violencia entre budistas y musulmanes rohingya en el Estado de Rajín también ha causado más de ochenta muertos y miles de viviendas destruidas, aunque el balance podía empeorar.

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GARA | RANGÚN

Más de 22.000 personas, casi todos componentes de la comunidad musulmana rohingya, se han visto obligadas a dejar sus hogares tras el rebrote la pasada semana de los enfrentamientos entre musulmanes y budistas en la región del oeste de Myanmar, según informó ayer Naciones Unidas. Las mismas fuentes agregaron que el nuevo brote de violencia que azota el Estado de Rajín ha dejado, además, más de ochenta muertos y 4.655 viviendas destruidas.

El jefe de la ONU en Rangún, Ashok Nigam, advirtió de que el balance podría empeorar dado el difícil acceso a la zona para los medios independientes y el férreo control de la información por parte de las autoridades.

Mientras miles de personas han abandonado sus hogares en barca con dirección a la vecina Bangladesh, otras miles han optado por dirigirse a los campos de refugiados instalados cerca de la capital de la provincia, Sittwe, como la joven musulmana Cho Cho. «Nuestra casa ardió. Mi hijo fue asesinado. Mi marido también. Por favor, mátennos a todos», pedía con un bebé en los brazos, según informó la agencia AFP.

La organización Human Rights Watch publicó el sábado una fotografía satélite donde se apreciaba cómo el barrio musulmán de la ciudad de Kyaukpyu, en el Estado Rajín, quedó reducido a cenizas durante estos nuevos enfrentamientos, arrasando más de 800 viviendas.

En un intento de evitar que se produzcan nuevos enfrentamientos entre la población musulmana y la budista, las autoridades mantenían el toque de queda en las aldeas de Mrauk U y Minbya, los dos lugares en los que comenzó la violencia que luego se extendió a otras localidades.

El Gobierno dio la orden hace dos días de enviar tropas de refuerzo a la región, en la que la ola de violencia que se desató el pasado 28 de mayo causó 88 muertos, la mayoría musulmanes de la etnia rohingya.

Estos nuevos enfrentamientos preocupan a la comunidad internacional, que teme que pongan en peligro el proceso de reformas emprendido por el presidente Thein Sein tras la disolución de la junta militar en marzo de 2011.

Inseguridad económica

A la comunidad internacional se dirigió precisamente el secretario general de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), Surin Pitsuwan, reclamando atención sobre lo que está ocurriendo. «Si la situación se sigue deteriorando, existe el riesgo de radicalización de la población rohingya. Y esto no será bueno para nadie», apuntó Surin en una entrevista con el diario «Bangkok Post».

«¿Puedes imaginar que el estrecho de Malacca se convierta en una zona de violencia como las aguas de Somalia?» preguntó, advirtiendo de que ello «pondría en peligro la seguridad económica del Este y Sudeste de Asia»

Surin criticó que se trate como un conflicto islamista, «cuando los enfrentamientos son debido a la política, democracia, derechos humanos y temas constitucionales que tienen una implicación directa con la reforma política y el proceso de reconciliación nacional» que se está dando en Myanmar.

APÁTRIDAS

Unos 800.000 musulmanes rohingya habitan en Myanmar, aunque sus autoridades no les reconocen y mantienen que proceden de la vecina Bangladesh, donde esta comunidad apátrida tampoco es reconocida.

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