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Barcina no puede despejar balones eternamente

Cinco minutos. Ese es el tiempo que necesitó Yolanda Barcina en su comparecencia en el Parlamento para zanjar el llamado «caso Pejenaute», que afecta al que fuera su consejero de Políticas Sociales en el Gobierno de Navarra. Ni siquiera se dignó a responder al aluvión de preguntas, claras y concretas, que le hizo la oposición. Parapetada en un comportamiento que empieza a ser marca de la casa, dio la callada por respuesta en un asunto de gran interés social y político. Por omisión, su mensaje fue claro: cuando las cosas se tuercen, quitar de en medio al subordinado, lavarse las manos y no asumir responsabilidades. Un mensaje que que la retrata como una mandataria sin ningún respeto y consideración por los navarros y navarras que, comprensiblemente, se sienten cada día menos representados por ese tipo de casta política. Barcina quiso escurrir el bulto en cinco minutos, pero esa estrategia tiene poco recorrido, entre otras cuestiones, porque su posición en el momento de los hechos la señala directamente.

Atendiendo a lo manifestado por la asociación de usuarios, consumidores y contribuyentes Kontuz, que denunció a Pejenaute, el caso de los fajos de billetes de 500 euros solo es la punta del iceberg. Nuevas denuncias y dinámicas sociales se preparan, y la ciudadanía sigue activa y vigilante. En este contexto, está por ver cuánto aguantará la presidenta navarra despejando balones.

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