Floren Aoiz www.elomendia.com
Margaritas a los burros
Hoy en día la gran expectativa francoespañola es que la parte vasca pierda la calma y se deje llevar por las provocaciones. Por eso, precisamente, es tiempo de seguir ofreciendo flores a los burrosDeclaración de ETA de fin de la actividad armada; reconocimiento del daño causado; compromiso con una agenda de pasos que ponga fin a toda expresión de violencia; disposición y apuesta audaz para sumar fuerzas y entablar un díalogo abierto con todas las fuerzas políticas; notables apoyos en la comunidad internacional; avances en la formulación de una demanda de institucionalización en Ipar Euskal Herria; movilizaciones sociales contra los recortes; activación general en la sociedad... Consecuencias: un nuevo escenario político en Euskal Herria; mejora evidente de las condiciones de vida de las personas que se sentían amenazadas por el accionar de ETA; suma de fuerzas políticas de matriz vasca con resultados desconocidos en la historia; grandes movilizaciones en defensa de los derechos de las personas encarce- ladas y exiliadas; debilitamiento histórico del españolismo; crisis de régimen en Nafarroa; agotamiento del autonomismo en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa; un nuevo horizonte compartido en los territorios vascos continentales; gobiernillo de Putxe López, Basagoiti y su cuadrilla enviado al estercolero de la historia mientras Barcina se pregunta si cualquier futuro será, como parece, peor para el españolismo en Nafarroa; grietas dentro del nacionalismo francés en su posición ante la realidad vasca...
Por si cabía alguna duda, las recientes detenciones, con el gravísimo caso de Aurore Martin encima de la mesa, reflejan no solo la falta de voluntad de los estados español y francés de corresponder a estos esfuerzos, sino la necesidad de escenificarlo dando coces. Dicho de otro modo, no solo son intransigentes e inmovilistas sino que precisan dejar claro que son bordes, aguafiestas y enemigos de toda esperanza. Lo que por otra parte ya sabíamos. Es, de hecho, la principal causa de que en Euskal Herria gane terreno la idea de cortar amarras. Tenemos, una vez más, enfrente, la paradoja de que se quiere apagar el fuego independentista con gasolina. El resultado está cantado, la hoguera crecerá.
El dilema francoespañol es que dejar de dar coces les parece un escenario todavía peor. Si se acepta la mano tendida desde Euskal Herria, gesto avalado internacionalmente, termina de derrumbarse el andamiaje de la represión y la negación del conflicto político. Deja de funcionar la gran coartada de la mal llamada lucha antiterrorista, que siempre ha sido una forma de terrorismo, a la luz de la historia.
Los gobernantes españoles y franceses van dando bandazos entre lo malo y lo peor, esperando que las fuerzas vascas se resignen. Hoy en día la gran expectativa francoespañola es que la parte vasca pierda la calma y se deje llevar por las provocaciones. Por eso, precisamente, es tiempo de seguir ofreciendo flores a los burros. No como aquel que lleva rosas al policía antidisturbios, sino para lo contrario: para hacerles tragar las flores, quieran o no. Ya que no razonan, para imponerles desde la fuerza de una voluntad cada vez más mayoritaria y la superioridad de nuestros argumentos democráticos un cambio de actitud. Su esperanza está en nuestra desesperanza. Nuestra esperanza será el fracaso de su inmovilismo.