Mikel INSAUSTI

Adrien Brody es uno de los actores con la expresión más triste que conozco, y está claro que Tony Kaye le ha escogido para protagonizar su segundo largometraje de ficción porque el recuerdo personal que tiene de su época como docente es así de deprimente. La banda sonora compuesta por el dúo The Newton Brothers carga aún más si cabe la película de melancolía, y como tema principal ha elegido la canción de Ray LaMontagne «Empty», que ha ocupado el número uno musical en el «tristómetro», medidor imaginario de las melodías preferidas por los amantes del invierno.

«Detachment» (El profesor) es una visión puramente intimista de la enseñanza, lo que me lleva a pensar que para Tony Kaye tal vez se trate de un conflicto irresoluble, prefiriendo dar una interpretación particular del asunto, y no colectiva. En su interiorización la problemática general queda reducida a una mezcla de experiencias y sentimientos, y ahí está la clave de identificación entre el enseñante protagonista y sus alumnos. Este profesor de literatura conecta con los chicos y chicas de su clase por medio de una actitud nihilista en común, tal como advierte la frase existencialista de Albert Camus que aparece en el prólogo: «Y nunca me he sentido tan profundamente, en un único momento, tan separado de mi mismo y tan presente en el mundo».

Él quiere compartir con ellos su interés por la lectura, lo que intenta con libros como «1984» de George Orwell o «La caída de la casa Usher» de Edgar Allan Poe. No pretende nada más, ya que es consciente de que está de paso en sus vidas, motivo por el que sólo firma contratos eventuales para hacer sustituciones, sin tiempo material para encariñarse con quienes ocupan los pupitres.

Es increíble todo lo que puede pasar durante apenas un trimestre, y no digamos ya en un curso entero. Ni durante unos pocos días lectivos podrá mantenerse distanciado del fracaso escolar, de los casos de suicidio adolescente, de la falta de vocación del profesorado, de la nula implicación de los padres, de...