Lana del Rey termina convenciendo con su ideario vintage y pop actual
La propia Lana del Rey subió «Video games» a Youtube, incluso lo realizó ella misma. Dice que aún llora «a veces» cuando interpreta la canción. No era nadie y venía de un fracaso de disco anterior y de una vida acomodada, pero también destrozada por el alcohol y un carácter taciturno. Al editarse «Born to die» del cielo cayeron lanzas, pero la chica que salía de noche en busca de «alguien» que le dijera algo, ha terminado por convencer a críticos y público.
Pablo CABEZA | BILBO
Lana del Rey aparece columpiándose en short a horcajadas sobre un neumático, en ella siempre hay sensualidad y ligera sexualidad explícita. Su columpio es una cuerda atada al cielo o a una nube casual, ya que el paraje sobre el que se balancea es desértico sin que, además, se sepa qué o dónde se sujeta el cordel, la cámara corta plano y deja que fluya la incógnita.
Posteriormente Del Rey, la artista más mediática del momento, se incorpora a una cuadrilla de moteros con sus viejas Harley Davidson y pintas genuinas, con ellos se enfrenta al viento mientras extiende sus manos en un signo de libertad. Y, una vez más, todo con ese tono, esos detalles, propios de décadas muy lejanas. Así se inicia el video-clip de «Ride», la canción que adelanta la reedición de «Born to die the paradise edition» (12 de noviembre), que dura diez minutos, y que continúa la tendencia de realizar cortos con apariencia de clips, siguiendo la idea de transformar los clips en cortos. Obviamente, siempre que se cuente con un buen presupuesto y Lana ya se lo ha ganado con un éxito, que, como en el caso de Adele, ha tardado en despegar.
La producción sonora le corresponde al reconocido Rick Rubin, la dirección del clip a Anthony Madler, mientras que Lana del Rey firma esta soberbia, sombría y tensa canción que arrastrará al éxito la futura reedición ampliada con ocho temas nuevos más un DVD y un single. Quizá hoy no, pero ayer mismo muchos críticos dudaban de que Lana del Rey compusiera sus canciones. Muchos fueron malos con ella, pero la «pija», como así le llaman algunos, ha terminado por convencer a muchos de sus visibles enemigos.
Anthony Madler es uno de los directores de clips más reputados del momento: Rihanna («Russian roulette»), John Mayer («Who says»), Jay-Z («Run this town»), Mary J. Blige («The one»), The Killers («A dustland fairytale»), John Legend («Everybody knows"), T.I. («Live your life»), One Republic («Stop and stare»), Muse («Neutron star collision (love is forever)» y otros muchos. Madler ha trabajado previamente como fotógrafo retratando a celebridades como Katie Holmes, Matt Damon, Eva Mendez, Leonor Varela, Colin Farrell, David Beckham, Sharon Stone, Eminem...
De otra parte, el barbudo y grueso Rick Rubin, la imagen antagónica a la elegancia filtrada de Lana, es un productor que se da a conocer principalmente por sus trabajos con artistas de rap, metal y rock alternativo, aunque también es el responsable, entre otros regresos, de Johnny Cash con su serie de soberbios discos bajo el concepto American Recording.
Se acompaña bien Lana del Rey, pero, si acaso, se debe al éxito conseguido con la primera edición de «Born to die» en enero de este año (no por el pasado), que gracias a canciones como «Video games», «National anthem» o la homónima del título ha conseguido alcanzar la cifra de 20.000 unidades vendidas en el Estado español, por lo que ya es disco de oro para asombro, ya que, si bien puede pasar por una artista mediática, también ha recibido palos como para deslomar a un caballo.
Otra de puyas
Su aparición en «Late show with David Letterman», uno de los espacios televisivos de mayor prestigio y audiencia, en febrero de este año, le supunen críticas descarnadas: que está verde para aparecer en ese programa, que no se lo ha ganado, que no es nadie, que no sabe moverse... y que la canción, «Video games», es muy mala. Semanas después, un gran éxito. Lana aparece con un sobrio vestido blanco roto, un pianista y un cuarteto de cuerda y resultaron tres minutos más que pasables, incluso por encima de lo previsible. ¿El problema? Que esta chica no cae muy bien en el circuito alternativo. Expele tufillo prefabricado, canciones entre la excesiva sencillez y el minimalismo bailable, quizá una derivada del trip hop y el sadcore. Además, cuenta con un primer disco, tres años antes, que ella mismo recompra y retira de iTunes.
Contrariedades, pero Lana continúa avanzando, ahora en el frente mediático. Las fuerzas del mal, los críticos del lado oscuro, la cara de la que ella sabe mucho por una juventud arrugada por la bebida y los internamientos, comienzan a ceder. El caso es que, bien por el apoyo de una multinacional (Universal), por su perseverancia, porque la chica ofrece más de lo que parece o se intuye, su carrera es hoy una de las más revulsivas y sin necesidad de recurrir a canciones de baile o pop tonto.
«Me mandaron a un internado a los 14 años -explica Lana-. Por entonces yo bebía mucho. Bebía a diario. Bebía sola. Pensaba que era jodidamente cool. Mucho de lo que escribí en el disco `Born to die' es sobre esos años salvajes. Muchas veces, cuando escribo sobre la persona que quiero, siento que escribo sobre Nueva York. Y cuando escribo sobre las cosas que he perdido [NY fue cruel con ella], siento que estoy escribiendo sobre el alcohol, porque fue mi primer amor. Claro que también hubo personas, pero lo más importante entonces era el alcohol».
Elizabeth Woolridge Grant nace en Nueva York en 1986. Su nombre artístico es una combinación de la actriz Lana Turner y del automóvil Ford de 1981, modelo Del Rey, Ford del Rey.
Cuando salió «Video games» no ocurrieron muchas cosas, pero la serie «Ringer» y «Gossip girl» la utilizaron tiempo después en uno de sus capítulos, lo que ayudó a su éxito. Hoy, su álbum «Born to die» camina entre el disco de culto y la popularidad. El 12 de noviembre se reedita con nuevas canciones. Entre ellas «Ride», de sublime atmósfera.
«Me encontraba en el invierno de mi vida, y los hombres a quienes conocí en el camino fueron mi único verano. Por las noches, caía dormida con una imagen de mí misma bailando y riendo y llorando con ellos. Tres días antes de embarcarme en una gira mundial, y mis recuerdos de ellos, fueron las únicas cosas que me sostuvieron, y mis únicos y verdaderos momentos felices. Era una cantante, no una popular, que una vez soñó con convertirse en una hermosa poetisa, pero que en una serie de eventos lamentables vio esos sueños se venían abajo y dividían como un millón de estrellas en el cielo (...)».
«Creo en la bondad de los extraños. Y cuando estoy en guerra conmigo misma, conduzco. Solo conduzco. ¿Quién eres tú? ¿Estás en contacto con todas tus oscuras fantasías? ¿Has creado una vida para ti misma donde eres libre para experimentarlas? Yo lo he hecho. Estoy jodidamente loca. Pero soy libre». Lana del Rey en el vídeo de la reciente canción «Ride» recita un largo inicio, canta después, y finaliza con una breve conclusión. El clip completo dura diez minutos.
Del Rey comienza poco a poco a ser portada de diversas revistas musicales, pero también de publicaciones como «GG», «Vogue», «Elle»... y «V». La neoyorquina es comparada con artistas como Rihanna, Lady Gaga o Nicki Minaj (no por lo musical), pero la excéntrica cantante posee toneladas de más clase que las mencionadas. La edición británica de la revista «GQ» le nombra en octubre Mujer del Año y su single «Video games» gana el premio Ivor Novello, concedido por el gremio de compositores, de profesionales a profesional. El proceso continúa al ser la imagen de H&M para su actual campaña de otoño/invierno, donde canta unos segundos «Blue velvet», canción que aparecerá en la nueva edición del disco. Lana luce canción vintage, como buena parte de su estética, de parte de sus canciones, que bien podrían haber sido tema central de las primeras bandas sonoras del agente 007. «Blue velvet» es un tema compuesto en 1950 por Bernie Wayne y Lee Morris. El primer hit lo consigue en 1951 Tony Bennett. También se recordará la composición por ser parte de la banda sonora de «Blue velvet», de David Linch, versión Bobby Vinton. Lana pasa por pija, tristona, montajista, pero su melancolía convence. P.C.