Su rostro serigrafiado se había convertido en un icono, su lema «Yes we can» en declaración de una nueva América. Candidato con coraje, Barack Obama optó por dirigirse a la inteligencia de sus electores y no a sus tripas. Joven, negro, se convirtió en el presidente de los jóvenes, las mujeres y las minorías. Ganó en 2008 con casi el 53% de los votos de los conciudadanos, uno de los mejores resultados de un demócrata. Cuatro años después, Obama está luchando contra la espada y la pared en los condados perdidos de Ohio que podrían marcar la diferencia en una elección cerrada como nunca antes. Pero su rival es una caricatura del multimillonario republicano, blanco y conservador, sin aliento ni programa. (...) «The New York Times» del sábado, que sostiene el argumento «con entusiasmo, un segundo mandato para Obama» en su editorial, ofrece una larga lista de logros del presidente demócrata. Su plan de salud para todos, salvar el sector del automóvil, la muerte de Bin Laden, los derechos de los extranjeros, los indocumentados y los gays. En frente, Mitt Romney es la representación de la línea dura de los talibanes del Partido Republicano, dispuestos a dejar retroceder su país hasta la edad de piedra. Pero, como se muestra en nuestro viaje a lo largo de la Interestatal 95 (...), no hay que desesperar con EEUU. Los Estados Unidos están, ciertamente, desunidos y deprimidos, pero los estadounidenses dejan atrás su depresión. Obama, por su país (pero también para nosotros los extranjeros), sigue siendo su mejor promesa.