Nueve jornadas disputadas, farolillo rojo con una sola victoria -desde la que ha pasado ya más de un mes-, ni un solo punto disputado del Sadar... Los números de Osasuna no son agónicos -entre otras cosas porque sus inmediatos predecesores en la tabla tampoco están para estar cohetes, y las distancias son asumibles- pero sí, como mínimo, alarmantes.

Por eso, porque queda mucha temporada por delante y porque tampoco es cuestión de cargar a los futbolistas con otra mochila de presión, José Luis Mendilibar no quiere oir hablar de finales. Y tiene razón. Pero estas amenazan con llegar y no tardarán en hacerlo si el equipo iruindarra no revierte la situación en la que se ha metido.

Ni siquiera El Sadar es ahora mismo un fortín -qué decir de lo que sucede lejos de casa-. Aunque solo el Barcelona, y de aquella manera, ha dejado de vacío a Osasuna, no es menos cierto que otros dos rivales de bastante menor entidad se han escapado vivos y que el Levante ha sido el único, aunque fuera con goleada, que ha hincado la rodilla. Un triunfo que, además, no sirvió para coger impulso. Han pasado 35 días desde entonces y el equipo rojillo solo ha sido capaz de sumar otro punto. La Copa tampoco vale de momento como referente positivo.

Hoy le toca tomar aire, y dependiendo cómo se dé la jornada incluso vislumbrar la puerta de salida del descenso, ante un Valladolid que no invita al optimismo, por mucho que su condición de recién ascendido le disfrace de cordero. Sus números no lo hacen. El exequipo de Llorente, Sisi y el propio Mendilibar es el cuarto más goleador de Primera -solo por detrás de los inalcanzables Barcelona, Atlético y Real Madrid- y el cuarto menos goleado, guarismos que explican su cómoda situación en la tabla. Si hay que buscarle las cosquillas, toca hacerlo, precisamente, en los desplazamientos. El cuadro de Miroslav Djukic se estrenó muy bien, con triunfo en Zaragoza, pero desde entonces ha encadenado tres derrotas en otras tantas salidas. «Es un rival complicado, que lo está haciendo bastante bien. Combinan bien el sacar el balón desde atrás con el juego directo», explica Mendilibar, que hace bueno el tópico y vivirá una tarde «especial» ante un equipo en el que estuvo «muy a gusto» y con el que mantiene «una buena relación».

Pero todo eso será «antes y después» del choque. Los noventa minutos se los tomará «a cara de perro» y espera que sus futbolistas hagan otro tanto. El zaldibartarra quiere que Osasuna despliegue todo su carácter, su casta, que afile sus colmillos. En definitiva, que recupere sus características, sobre todo como local. «Tenemos que ser nosotros -subrayó-. Tenemos que apretar, ser más intensos y jugar con más ritmo. Si somos un equipo así, seremos capaces de ganar. Hay que apretar en campo contrario y no dejar jugar al rival. Hay que ser agresivos cien por cien, estar más arriba y que el contrario sufra desde el principio». «Osasuna se ha caracterizado en casa -insistió, en este sentido- por apabullar al contrario y es lo que tenemos que hacer. Otra cosa es el acierto. Pero tenemos que hacer que el contrario piense que nuestro campo es complicado, entrar por bandas y sacar muchos centros, evitar ser dubitativos... Y si cometemos un error, no venirnos abajo: reaccionar rápido y volver a la carga», subrayó.

Todo ello con un objetivo evidente. El reencuentro con la victoria de un equipo que, en opinión de Mendilibar, no afronta «una final» esta tarde «porque todavía queda mucha Liga», pero sí un «partido importante, por supuesto».