CRíTICA: «Sinister»
El mal se oculta en unas películas caseras de súper 8
Mikel INSAUSTI
No ha necesitado mucho «Sinister» para convertirse en el título terrorífico de la temporada, por aquello de que en el país de los ciegos el tuerto es el rey. La nueva propuesta de Scott Derrickson, que ya intentó buscarle un giro diferente al género con «El exorcismo de Emily Rose», se sitúa muy por encima de la media de la producción actual de cine de terror, sin necesidad de ser ninguna obra maestra o lo nunca visto.
La clave del éxito de «Sinister» se encuentra en la inteligente utilización del recurso found footage, que está tan de moda. Los habituales videos encontrados son sustituidos por películas caseras de súper 8, con la cualidad añadida de que el material en cuestión gravita entre el realismo violento de la snuff movie y el subjetivismo investigado por Antonioni en «Blow-Up» a propósito del fenómeno del ojo mentiroso; más aún cuando dentro de las imágenes engañosas se cuela una entidad maléfica que lo distorsiona todo, como si se tratara, en efecto, de la versión siniestra de un Hitchcock al que le gusta hacer cortos cameos para poner a prueba la capacidad de observación de su público.
«Sinister» no es una película de sustos facilones, sino que crea verdadera inquietud a través de su perturbadora y voyeurista atmósfera. El hecho de que las películas malditas contengan escenas domésticas de barbacoa y piscina, que siempre acaban en tragedia, genera una amenaza psicológica contra la estabilidad de la institución familiar. Por una vez, la repetida convención argumental de la mudanza sin sentido a una casa embrujada, está justificada en el egoismo del protagonista, un novelista al que no le importa poner en peligro a su familia con tal de conseguir inspiración para su próximo best-seller. En cierta forma el personaje interpretado por Ethan Hawke es un trasunto entre Truman Capote y Stephen King, ya que se nutre creativamente de la crónica de sucesos criminal, pero sin rehuir a lo que de derivación ocultista hay en el horror que salpica de repente vidas aparentemente normales.