Un toque de genio, una contradejada desde el ancho que murió en el txoko cuando apenas le quedaba un gramo de fuerza, puso la rúbrica de oro a la posiblemente más importante victoria de Pablo Berasaluze, la que lo puede meter, a sus 35 años, en su primera semifinal individual.

Pero el espectacular triunfo del delantero de Berriz fue mucho más, ya que llegó tras un partidazo, pleno de emoción y calidad, ante un grandísimo rival que lo tuvo contra las cuerdas y, sobre todo, llegó tras una agonía, bendita agonía, de 262 pelotazos en los que el delantero vizcaino demostró que, además de esos momentos brillantes puntuales que tiene, sabe y puede sufrir, y es capaz de sacar adelante un partido con mayúsculas como el de ayer.

Porque son solo los elegidos -tampoco el propio Pablo hace no demasiado tiempo- los que son capaces de rehacerse tras sufrir a un Martínez de Irujo en ebullición. Con la derecha fresca, las piernas veloces y las ideas muy claras, el de Ibero consiguió adelantarse 10-1 y 14-4 en un abrir y cerrar de ojos. A base de saques violentos, jugar largo y arrimar la pelota a la pared izquierda, el vigente subcampeón tuvo a Berasaluze VIII incómodo y lejos del frontis, sin apenas capacidad de respuesta.

Sin embargo, una dejada con muchísimo efecto, similar a la que a la postre le daría el triunfo, le concedió el saque, una jugada que aprovechó a las mil maravillas y en la que cimentó su espectacular remontada.

Parcial demoledor

Sin la potencia de su rival, el de Berriz es posiblemente el mejor sacador del cuadro profesional y, gracias a un amplio y variado repertorio de saques, todos distintos pero prácticamente todos igual de letales, Pablo Berasaluze tomó el mando del partido con un parcial de 14-0 (18-14). Al margen de los tantos directos, esta jugada le dio la iniciativa del juego y la aprovechó con brillantez y efectividad.

Lejos de la acumulación de fallos de la semana pasada ante Retegi Bi, Martínez de Irujo se vio superado ante la precisión rematadora de un rival que parecía inferior físicamente, pero que había entrado en racha.

Sin embargo, un error de bulto en la jugada que le había devuelto la vida permitió que Irujo recuperase la que podía ser la ola definitiva. El de Ibero consiguió volver a adelantarse en el marcador, pero Pablo Berasaluze se sacó una magnífica apertura al ancho cuando se veía incapaz de mover una pelota escogida por él en la elección.

El intercambio de golpes final resultó épico y agónico, hasta cortar la respiración de una Bombonera que vibró como nunca y en un último tanto que puede servir como resumen, Pablo decidió con una genialidad.