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El lento y desigual reparto de ayuda eclipsa la recta final de la campaña

Barack Obama y Mitt Romney afrontan la recta final de la carrera a la Casa Blanca mientras la ayuda sigue llegando de forma desigual a los afectados por el huracán «Sandy». El presidente, sin abandonar la gestión del desastre, pidió en Ohio acudir a las urnas al tiempo que su rival amenazaba con que la reelección supondrá «cuatro años más de bloqueo» en el Congreso.

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GARA | WASHINGTON
El presidente estadounidense, Barack Obama, y su rival republicano, Mitt Romney, quemaban ayer sus últimos cartuchos con actos masivos en varios estados claves para intentar atraer al último puñado de votantes indecisos antes de las elecciones del martes, sobre las que sigue planean el huracán «Sandy», que ha reforzado la campaña del actual inquilino de la Casa Blanca en detrimento de su adversario.
El estratega político del expresidente George W. Bush, Karl Rove, opinó ayer que sin el huracán que la pasada semana devastó varias islas del Caribe y la costa este de EEUU, Romney habría tenido la oportunidad de debatir sobre economía, el tema que más domina.
De hecho, la población estadounidense más afectada por «Sandy» está preocupada por satisfacer sus necesidades básicas, que van desde conseguir alimento, ropa y techo bajo en que guarecerse hasta abastecerse de electricidad y combustible, y no piensa en la próxima elección presidencial. Sin embargo, Rove estimó que los residentes de las zonas afectadas por el ciclón serás los que decidan la elección presidencial y no los electores en los estados clave como se sucede cada cuatro años y se insiste también en esta ocasión.
Así, mientras los dos candidatos se disputan unos pocos estados clave que se consideran determinantes, la ayuda sigue llegando de forma lenta y muy desigual a los millones de afectados por el huracán. Sigue habiendo grandes zonas sin electricidad ni combustible ni suministros de emergencia en noches cada vez más frías a pesar de que aumenta el despliegue de las autoridades, organizaciones benéficas y voluntarios, y también de la solidaridad espontánea de los ciudadanos de a pie que intentan paliar las secuelas de «Sandy».
Por eso, la indignación crece. Y lo hace hasta el punto de obligar al alcalde de Nueva York, Michael Bloomerg, que estaba empeñado en mantener la celebración del maratón de la ciudad a pesar del desastre, a suspender la famosa carrera.  
Los canales televisivos están repletos de casos individuales de personas que se han quedado con lo puesto. Y todo el esfuerzo es poco, ya que la ayuda no llega a todas las zonas afectadas, en una zona extensa donde es difícil desplazarse sin coche –y escasea la gasolina– y sigue habiendo gente que camina por las calles en busca de comida, aunque el transporte público sigue mejorando.

Ritmo frenético
Mientras la costa este estadounidense trata de recuperarse, los dos candidatos presidenciales iniciaban ayer un frenético fin de semana, en el que Obama busca solidificar su línea de defensa con una economía que mejora lentamente y Romney con un mensaje integrador de última hora y criticando el balance político del demócrata.
Antes de viajar a Ohio, donde hizo un llamamiento a acudir a las urnas, Obama visitó la sede de la agencia federal encargada de afrontar emergencias, FEMA, para conocer nuevos datos de las operaciones en la zona afectada, donde el último balance oficial es de 110 muertos. El mandatario, que describió la destrucción que vio como «desgarradora», declaró «zona catastrófica» Rhode Island y elogió la respuesta de los servicios de emergencia al tiempo que reiteraba su compromiso con las víctimas.
Obama garantizó que no habrá obstáculo burocrático que pueda ralentizar la respuesta federal al desastre. «No hay nada más importante que hacer esto bien», declaró.
«La gestión de la tormenta sigue siendo una prioridad» para Obama, destacó Josh Earnest, un portavoz de su campaña.
Una vez en Ohio subrayó que «hay mucho en juego» y a falta de tres días llamó a ir a votar y «si ya habéis votado, instad a vuestros amigos y vecinos. Aseguraos deque votan por mí», bromeó.
El presidente tiene una leve ventaja en estados clave como Florida y Ohio, según una encuesta de NBC/WSJ/Marist. En Florida, donde el voto hispano será decisivo, dan a Obama un 49% frente al 47% de Romney, y en Ohio la diferencia es de 51% frente a 45%. Según un sondeo de CNN, la ventaja en Ohio es de 50% a 47% para Obama.
Después de pasar por Mentor (Ohio), el presidente tenía previsto acudir a Wisconsin, Iowa y Virginia, para hacer campaña con el expresidente Bill Clinton.
Romney, por su parte, insistía en un mensaje integrador para atraer al máximo de indecisos moderados.
«No representaré a un partido, representaré a una nación», aseguró el republicano a su llegada al aeropuerto de Portsmouth, en Newington, New Hampshire, un estado demócrata pero vecino al estado donde fue gobernador, Massachusetts.
En la recta final de la campaña, Romney celebra algunos de sus mitines en los aeropuertos, para poder partir inmediatamente a otro destino.
«Ustedes saben que si el presidente es reelecto, no será capaz de trabajar con el Congreso, y van a sufrir cuatro años más de bloqueo. Y saben que el problema del techo de la deuda va a volver, con las amenazas de cierre del Estado federal», añadió.
Romney, tras New Hampshire, se dirigió a Iowa y Colorado.
Entre los temas con los que tratarán de convencer a los indecisos estas últimas horas de campaña figuran la economía, el sistema sanitario y el desempleo.

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