Alberto Pradilla | Periodista
Que las contradicciones las gestionen ellos
Una de las mejores definiciones sobre UGT y CCOO la ofreció Miguel Sanz en 2008 durante el acto de entrega de la medalla de oro de Nafarroa, compartida con la Confederación de Empresarios. Eran los tiempos de vino, rosas y prebendas, y el expresidente, queriendo agasajarles, los tildó de «grandes y leales colaboradores». Ellos no se ofendieron, sino que, henchidos de orgullo, se pavoneaban de sus estrechas relaciones con el poder, doblando el lomo para ser acariciados y recibir un merecido premio a su docilidad, que entonces denominaron eufemísticamente «concertación».
Siempre fueron los buenos sindicatos, los que no pedían «cosas raras» ni se embarraban en esas antiestéticas huelgas y anacrónicas pancartas. Que no se metían en «líos identitarios». Ellos conformaron la tercera pata del régimen que ahora se tambalea, donde todo estaba permitido para los de arriba y en el «que vienen los vascos» constituía el argumento básico para disfrazar la opulenta y corrupta Nafarroa oficial. Frente a ellos, el independentismo de izquierdas se mantuvo como única alternativa.
Por eso (y más) considero que la mayoría sindical y social vasca tendría que estar presente en la jornada de huelga del próximo 14 de noviembre.
En política la cintura es importante. También los gestos. Cuando cada vez más personas están hasta los mismísimos y exigen un cambio estructural, no podemos dejar que los estómagos agradecidos, directamente responsables del saqueo y que solo quieren poner parches al entramado, aparezcan ahora como aguerridos opositores.
Ni juntos ni revueltos. El hecho de que la protesta sea europea, aunque no compartamos el modelo, nos permite aparecer como país, frente al sistema que siempre hemos combatido. Con nuestra agenda propia, tejiendo alianzas. En un momento de incertidumbre, más allá de cuestiones coyunturales (que en Nafarroa importan ahora, y mucho) reconforta saber que estamos donde siempre: en la calle, con las clases populares, construyendo una Euskal Herria justa y solidaria. Lo contrario es difícil de explicar. De cara al 14, creo que las contradicciones deberían gestionarlas ellos. Nosotros, sigamos donde siempre. No les regalemos el espacio por incomparecencia.