El todopoderoso Partido Comunista de China (PCCh) completó ayer los preparativos de cara a su congreso quinquenal que comenzará el jueves, reuniendo a su Comité Central, que aprobó la expulsión del ahora molesto dirigente caído en desgracia Bo Xilai.

A cuatro días de esta gran cita política en Beijing, que supondrá una reorganizacion crucial en las más altas instancias del poder, los máximos responsables comunistas evidenciaron su voluntad de presentar a la población un partido libre de sus ovejas negras y de la corrupción.

Esto al término de un «annus horribilis» para la más grande formación política del mundo, marcado por una serie de inoportunas revelaciones sobre las colosales fortunas amasadas por ciertos caciques que ocupan puestos claves en el país.

La exclusión de Bo había sido decidida a finales de setiembre por la oficina política del PCCh, de la que el ahora expulsado fue miembro hasta que fue despojado de su inmunidad parlamentaria en tanto que era miembro de la Asamblea Nacional Popular, hasta su expulsión en octubre. Aunque la decisión tomada ayer era esperada y se considera un mero trámite, también debería ser el último formalismo para un más que probable proceso judicial contra Bo, al que el PCCh implica, además de en delitos de corrupción, en el homicidio de un empresario británico, porque el que su esposa, Gu Kailai, ha sido ya condenada,

El plenario del Comité Central se celebró los últimos tres días en Beijing, con la participación de unos 370 miembros titulares y suplentes del órgano rector del PCCh, entre ellos sus principales líderes, muchos a punto de dejar sus puestos con el objetivo de rejuvenecer su estructura.

Hu Jintao, secretario general del partido y presidente de China, presidió su última reunión del Comité Central, dado que en pocos días, al término del congreso, el político dejará su cargo y será presumiblemente sucedido por el vicepresidente, Xi Jinping, aunque Hu mantendrá la Jefatura del Estado hasta 2013.

En un comunicado final, el Comité Central prometió que mantener su «lucha firme» contra la corrupción, pero 2012 ha confirmado a la población china que la dirigencia comunista ha gozado de una vida dorada con numerosos privilegios.