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ANÁLISIS | Reestructuración del sector financiero

Sobre la gestión de Kutxabank

Los autores de este artículo no dudan en afirmar que la actual situación de solvencia de Kutxabank se debe a que en el periodo anterior a la crisis se limitó su endeudamiento y su expansión crediticia, y no a la gestión desarrollada en los últimos dos años.

EKAI Center

A raíz del informe Oliver Wyman sobre la solvencia del sector bancario español, los comentarios sobre la salud financiera de Kutxabank se han repetido en los medios de comunicación. Por supuesto, es perfectamente lógico que Kutxabank, como entidad, intente aprovechar publicitariamente esta información.

No obstante, una vez transcurridas las elecciones autonómicas, y también las elecciones a representantes de los usuarios en las cajas de ahorros vascas, nos encontramos probablemente en el contexto adecuado para realizar alguna puntualización urgente al respecto.

Aunque, como dijimos en su momento, la validez del informe Oliver Wyman es más que discutible, no lo es la salud financiera de Kutxabank desde una perspectiva relativa. Decimos relativa porque, en este momento, estar mejor posicionados que la banca española no es decir demasiado sobre la verdadera salud financiera de una entidad.

Lo cierto es que, como ya pusimos de manifiesto, la situación «relativa» real de Kutxabank es sensiblemente mejor de la que se deduce del informe Oliver Wyman, como consecuencia de la clara distorsión del enfoque del análisis a favor de los grandes bancos españoles.

No obstante, con el fin de moderar algunas utilizaciones digamos que demagógicas de estos datos, es imprescindible distinguir entre la valoración positiva de la situación de la entidad y la valoración de la gestión desarrollada durante los dos últimos años.

Dado el momento crítico actual para la adopción de las estrategias futuras de Kutxabank, incluyendo su propio futuro institucional, sería bueno que, en un tema de tanta trascendencia, intentáramos ser lo más objetivos posible y fuésemos capaces de pensar en los intereses generales del país por encima de los intereses de uno u otro grupo político. Este país se juega mucho en ello.

EKAI Center siempre ha dicho -mucho antes del informe Wyman- que la situación «relativa» de Kutxabank en comparación con el sector bancario estatal es excelente. Pero es imprescindible añadir que es excelente no por la gestión desarrollada durante los dos últimos años sino, al contrario, «a pesar de ella».

Lo cierto es que el gran diferencial positivo de KutxaBank radica en la situación de solvencia generada por haber limitado su endeudamiento -y su expansión crediticia- en el período anterior a la crisis. Mientras los bancos españoles se sobre-endeudaron sistemáticamente en el mercado de capitales alimentando su expansión crediticia en el sector inmobiliario, las cajas de ahorros vascas -y las cooperativas de crédito- mantuvieron cifras moderadas de recurso al mercado de capitales y limitaron también su expansión crediticia.

Hubo excepciones, por supuesto, abusos especulativos y expansiones fuera del territorio natural de las cajas que no deberían haberse producido. No obstante, en su conjunto, la expansión crediticia -y de deuda- de nuestras cajas y cooperativas de crédito fue ciertamente moderada en comparación con la registrada en las entidades financieras del Estado.

Esta -y no otra- es la razón de que, al estallar la crisis, nuestras cajas de ahorros mantuvieran su solvencia, en lo fundamental, intacta. Pero las estrategias puestas en marcha por la actual dirección de Kutxabank durante los dos últimos años han ido exactamente en la dirección contraria.

En efecto, durante estos dos años no solo se ha desatendido el tejido productivo de nuestro entorno cuando más necesitado estaba de entidades financieras volcadas en la economía productiva, sino que el patrimonio acumulado durante generaciones se ha puesto en riesgo repetidamente no en operaciones de importancia secundaria, sino en operaciones estratégicas que, cada una de ellas por sí misma, eran más que suficientes para destruir KutxaBank.

Todos sabemos que si cualquiera de las operaciones que la actual dirección de Kutxabank ha intentado para la adquisición de la CAM, de CCM, de Catalunya Bank, hubiera salido adelante, nuestro sistema financiero -y, con él, la economía vasca- estaría ahora en quiebra. Gracias a que esta estrategia solo funcionó en Caja Sur el daño hasta ahora ha sido limitado. Ser conscientes de esto es imprescindible para enfocar el futuro.

Añadamos a estas estrategias económicamente suicidas la indiferencia estratégica repetidamente demostrada por la actual dirección con respecto a la puesta en riesgo -a través del proceso de bancarización- del actual control social de las cajas de ahorros para su sustitución aún no sabemos por qué tipo de titularidad y con qué nivel de pérdida de enraizamiento.

El pasmoso silencio ante estos hechos de nuestros medios de comunicación y de la generalidad de nuestros responsables políticos -que apenas han discutido de algo distinto del reparto de puestos en los órganos de KutxaBank- no dice nada bueno sobre la salud de nuestra sociedad desde un punto de vista democrático. La trascendencia de esta situación debería estar en cualquier caso por encima de los intereses de partido o de grupo. Nuestro país se está jugando demasiado.

Todo tipo de gestión de patrimonios ajenos -como sucede con las direcciones de todas las grandes sociedades- necesita una adecuada supervisión y un suficiente contraste cuando se cometen errores estratégicos graves. Porque solo del reconocimiento de los errores es posible aprender y es posible una posterior revisión estratégica.

Si KutxaBank, como consecuencia de su propia dimensión y capacidad de influencia a través de créditos, condonaciones, subvenciones, publicidad... se va a convertir en una entidad fuera del alcance de cualquier crítica por peligrosa que sea su deriva estratégica, algo estamos haciendo mal en la configuración de nuestra estructura económica.

Viendo el lado positivo de esta pasividad mediática, nos encontramos en una situación en la que -a pesar de lo sucedido durante estos dos años- los actuales gestores están aún lo suficientemente «intactos» como para quizás ser capaces por sí mismos de reorientar esas estrategias. Ya que, al menos hasta ahora, los órganos de gobierno no han sido capaces de hacerlo, deberíamos quizás apelar a la responsabilidad ética y social de los propios responsables ejecutivos de Kutxabank, a que aprovechen estos meses de impasse en el proceso estratégico para reorientar radicalmente las estrategias de la entidad. Una reorientación que -en nuestra opinión- debería sustituir la expansión en el mercado financiero por la apuesta por el tejido productivo vasco. Y evitar en cualquier caso poner en riesgo el enraizamiento institucional de Kutxabank, como se ha hecho repetidamente durante estos dos años.

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