Como muestra, un botón. A 2.24 del final, Oleson le peleaba y le arrebataba el rebote a un mastodonte -exclusivas cuestiones de tamaño- como Nathan Jawai, que acababa cometiendo falta sobre el de Alaska. Oleson, tan tímido él, celebraba con rabia el éxito. Acto seguido, Lampe clavaba una suspensión de seis metros con Tomic delante. En defensa, Nemanja Bjelica primero barría un tiro de Lorbek y más tarde colocaba un taponazo a Huertas. En medio de la algarabía, la afición baskonista se frotaba incrédula los ojos. «¡Oh, mamá, enamorado estoy! ¡He visto al Baskonia!», cantaban.

Y es que no hay quien entienda a este Caja Laboral Baskonia. El jueves pasado sufría una transformación, pasando de avasallar al Anadolu Efes a rozar el ridículo; ayer, cuando parecía que entre Lorbek y Navarro solo iban a dejar escombros en el Buesa Arena, los de Dusko Ivanovic reaccionaron y, a base de defensa, rebote y rápidas transiciones, vapulearon al Barcelona.

En el regreso de Rochestie a las canchas, fue la mejor versión de hombres como San Emeterio, Pleiss o Cabezas lo que, unido a una intensidad defensiva más que notable, desarboló a un Barcelona que se sintió incómodo ante el cambio gasteiztarra. Pese a resistir hasta el final, la escuadra culé nunca se repondría.

Pero el inicio no invitaba al optimismo. Entre Lorbek y Navarro, más un Huertas que llevaba el ritmo que convenía a los de Xavi Pascual, el Barcelona dominaba por 11-20 a menos de un minuto para acabar el primer cuarto. Pero algo cambió que transformó el juego baskonista. Se empezó con un parcial de 6-0 para terminar 17-20 el primer período, para seguir en el segundo con un 27-15. Al descanso, 44-35 para los de Ivanovic.

Durante esos 10 minutos, un Baskonia con Cabezas, Causeur -u Oleson-, San Emeterio, Nemanja Bjelica y Pleiss en la cancha, desarboló al Barcelona, dominando el rebote y corriendo transiciones a toda velocidad.

Aportación de todos

El graderío seguía conteniendo el aliento durante el descanso, con el descalabro del jueves pasado tan cercano. Y, sin embargo, esta vez el Baskonia no solo no se vino abajo, sino que supo sufrir y rematar a su rival.

En primer lugar, entre Oleson, Cabezas y San Emeterio pararon a Navarro. Por otro lado, el rebote -39 a 25- fue totalmente gasteiztarra. Pero además aparecieron otros actores en la anotación. Lampe, muy apagado en la primera mitad, sacó su gran mano a pasear, y Oleson dejó de lado su proverbial timidez. Cabezas y San Emeterio, por su parte, ofrecieron su mejor versión para aguantar las respuestas de Lorbek y Huertas.

Y con 69-63, el Baskonia remató. Completando la transformación, pero bien distinto al partido anterior, haciendo vibrar a sus aficionados.