El aún presidente chino, Hu Jintao, abre el Congreso con su testamento
El XVIII Congreso del PCCh fue inaugurado ayer por el presidente saliente, Hu Jintao, quien desgranó un discurso-testamento con el que pergeñó las líneas que marcarán los próximos diez años del gigante chino. Entre sus objetivos, luchar contra la sempiterna corrupción, reorientar la economía hacia el mercado interior y conseguir, para 2020, una sociedad moderadamente próspera con los servicios sociales y sanitarios garantizados para toda la población.
GARA |
El XVIII Congreso del PCCh, que culminará con el relevo ordenado en el poder y la llegada de la Quinta Generación, arrancó con un discurso de despedida del actual presidente, Hu Jintao, en el que lanzó un grito de alarma contra la corrupción endémica del país y apostó por la profundización de las reformas política y económica pero a través de su reorientación al interior del gigante asiático.
Hu, quien a sus 69 años de edad cederá su puesto de secretario general del partido a Xi Jinping, quien le sucederá en el cargo en marzo de 2013, lanzó asimismo un llamamiento a convertir a China en una potencia marítima. Todo ello en el contexto de la disputa con Japón y con otros países de la zona en torno a la soberanía de varias islas en el Mar de China Oriental, y sn olvidar que Beijing fletó oficialmente su primer portaviones en setiembre.
En el escenario solemne del Palacio del Pueblo de la Plaza de Tiananmen, y ante los 2.268 delegados, el hombre fuerte de la saliente Cuarta Generación, quien ha convertido a China en la segunda potencia mundial durante sus diez años de mandato, pronunció un discurso-testamente de 90 minutos -sopesado durante el último año por un ejército de 400 asesores- que concluyó con una advertencia sobre la corrupción.
De la corrupción al desplome
«Si no acertamos a tratar esta cuestión correctamente, podría resultar fatal» y provocar «el desmoronamiento del Partido y del Estado», advirtió, en alusión a los escándalos político-financieros que han salpicado a las familias de los más altos dirigentes del partido.
«Castigaremos sin clemencia a cualquier persona involucrada, sea cuel fuere su poder o su cargo, siempre que viole la disciplina del Partido y las leyes del Estado», afirmó en su discurso, uno de los momentos clave de este Congreso junto con la esperada modificación constitucional y el nombramiento de los miembros del Comité Permanente del Politburó, que tendrá lugar tras su clausura el próximo miércoles.
Y es que la histórica cita culmina, con un retraso que algunos justifican en la espera del resultado de las presidenciales estadounidenses, un annus horribilis para el partido, marcado por el affaire Bo Xilai y las acusaciones sobre la fortuna de las familias de los altos dirigentes, incluidos el propio Xi y el actual primer ministro, Wen Jiabao.
Modelo de crecimiento
En materia económica, Hu apostó por un nuevo modelo de crecimiento económico dirigido más al consumo interno que a la exportación.
Todo ello con el objetivo de doblar para el año 2020 tanto el Producto Interior Bruto como la renta de la población. Un objetivo que supone el mantenimiento de las tasas de crecimiento por encima del 7% de media. Y es que este cayó al 7,4% en el tercer trimestre y sigue en bajada por séptimo mes consecutivo, lo que contrasta con el 10,7% que creció de media entre el período 2002-2011.
Pero un objetivo realizable, según el jefe de economía de Bank of Communications de Shanghai, Lian Ping. «La demanda interna tirará de la economía china a un ritmo del 7,8% al año. Al final del decenio, la multiplicación por dos del PIB es muy probable», asegura.
Los analistas sostienen que la economía china es excesivamente dependiente de las grandes inversiones y las exportaciones, en detrimento del con- sumo familiar, mientras que la tasa de ahorro es demasiado elevada en ausencia de protección social suficiente.
Sin salirse un ápice de la retórica, Hu hizo una firme defensa del «camino del socialismo con características chinas» y reiteró su apuesta por un «modelo de desarrollo científico basado en la mejora de la calidad y del rendimiento» económicos.
Protección social
Un modelo económico, en definitiva, con vistas a lograr, en materia social, y con el horizonte puesto en 2020, «unas sociedad moderadamente próspera» eliminando la pobreza. Al final de ese período, «toda nuestra población será cubierta por la protección social y todo el mundo se beneficiará de servicios médicos y sanitarios fundamentales», auguró.
Según un estudio publicado el mes pasado por Boston Consulting Group, la clase media china, cuyos ingresos se calculan entre 7.300 y 23.200 dólares anuales, debería doblarse para 2020, llegando al 50% de la población. Actualmente supone el 28% y el consumo familiar supone menos que el 40% del PIB.
Paralelamente, Hu apostó por que las empresas privadas sean tratadas en pie de igualdad con el potente sector estatal, que se ha visto reforzado durante sus dos mandatos. «Garantizaremos a los diversos regímenes de propiedad el acceso igual a los factores de propiedad», señaló en referencia también al acceso al crédito, para lo que propuso el desarrollo, paralelo al Banco Central, de entidades financieras privadas.
Liderazgo del partido
Hu destacó finalmente la importancia de las reformas políticas «en el marco de las reformas globales de China» e instó a dar más importancia «a la mejora del sistema democrático», eso sí, con una «actitud activa y prudente». Y es que, tal y como ha reiterado durante sus diez años de presidencia, dejó claro que no habrá cambios en el sistema político. «Debemos garantizar la unidad del liderazgo del Partido», señaló, para insistir en que «de ninguna manera (hemos de) trasplantar mecánicamente los modelos de Occidente».
La reforma propuesta consiste en separar más claramente los roles del partido y del Estado y permitir la participación directa de la poblacón en la elección de los dirigentes locales.
Cónclave de ex presidentes
Hu desgranó su discurso bajo la atenta mirada de los ancianos del partido, entre ellos el expresidente Jiang Zemin, y el ex primer ministro Li Peng, en funciones durante los sucesos de Tiananmen de 1989.
El hecho de que Jiang, a sus 86 años de edad, se sentara entre Hu y el primer ministro Wen no pasó desapercibido y se interpretó como una clara señal de que mantiene su capacidad de influencia en las grandes decisiones del país.
No en vano el anunciado como sucesor de Hu, Xi, forma parte del club de Shanghai, del que el que fuera presidente entre 1993 y 2002 es todavía su máximo exponente.
Y es que el relevo ordenado y decenal en el poder está por eso mismo marcado por un equilibrio entre las dos principales almas del país, la del club de Shanghai -conservador en política y más liberal en economía- y la de los reformistas como Hu, partidarios de cambios controlados en la esfera política pero a la vez defensores de una economía más social.
Xi, que subió al estrado con una amplia sonrisa -muestra de su autoconfianza-, es considerado como un hombre de consenso. En todo caso, tendrá a su lado a un hombre de Hu, Li Kequiang, como primer ministro. Por si esto fuera poco, y siguiendo la tradición instaurada por Jiang, el presidente saliente podría seguir presidiendo la poderosa Comisión Militar Central. Un poder en la sombra.
El general Liu Yuan, amigo de infancia de la familia del defenestrado Bo Xilai, fue apartado de su puesto en el Presidium del Congreso, encargado de su organización. Es, además, hijo de Liu Shaoqi, presidente de China entre 1959 y 1969 y uno de los principales aliados de Mao en las décadas más ortodoxas.
Cinco tibetanos se inmolaron a lo bonzo en pleno arranque del Congreso del PCCh para protestar por el dominio colonial de China. Al menos dos de ellos murieron abrasados.
Tres de las inmolaciones, protagonizadas por monjes, tuvieron lugar en la provincia de Sichuan, en el Tíbet histórico. Uno de ellos murió. Un cuarto caso fue protagonizado por una joven madre de un niño de cinco años en la provincia de Qinhai, fuera también de lo que es la región oficial de Tíbet. También murió.
Estas provincias aledañas son el escenario creciente de protestas, que incluyen manifestaciones.
Radio Free Asia informó de una quinta inmolación desde Dharamsala, localidad india donde está instalado el Gobierno tibetano en el exilio.
La de ayer se trata de la primera inmolación múltiple, lo que llevó a la Policía a incrementar aún más su control de la población tibetana.
Más de 60 personas, en su mayoría monjes budistas, se han inmolado por el fuego o han intentado hacerlo desde marzo de 2011. GARA
La presencia policial en la plaza de Tiananmen era evidente. Un corresponsal de AFP fue testigo de la detención de una treintena de jóvenes llegados en metro a la plaza. Fueron metidos en un autobús con destino desconocido.
El cielo pequinés, habitualmente grisáceo debido a la fuerte contaminación, lucía un azul intenso que los escépticos atribuyeron a las técnicas -incluso la emisión de químicos- que las autoridades emplearían en fechas señaladas.
En respuesta a la apuesta de Hu por convertir a China en una potencia marítima, el Ministerio japonés de Exteriores instó a Beijing a actuar «de forma pacífica y conforme al derecho internacional».