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Crónica | Askapena cumple 25 años

Llamamiento en Altsasu a construir Euskal Herria desde el internacionalismo

Altsasu vivió ayer una fiesta del internacionalismo al calor del 25 aniversario de Askapena, un reencuentro entre brigadistas y simpatizantes, en el que veteranos en la solidaridad y la nueva savia renovaron las bases del compromiso con la construcción de un estado socialista, euskaldun y feminista, «el mayor aporte solidario del pueblo trabajador vasco a los otros pueblos en lucha».

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Nerea GOTI

A media mañana decenas de futuros internacionalistas habían tomado ya la plaza delantera de Iortia Kulturgunea para recibir a Irrien Lagunak. El propio Porrotx explicó que amona Josefiña le había pedido que fuese a Altsasu a celebrar el 25 cumpleaños de Askapena, y mientras los más pequeños decoraban una de las paredes de la casa de cultura con su ayuda, la plaza de acceso al centro se convertía en un hervidero de abrazos y saludos, un ir y venir de reencuentros entre viejos conocidos del internacionalismo.

La fiesta, ya servida en la calle a mediodía, con la amenización musical y un cumplido hamaiketako, hizo un alto a mediodía para dar paso a un acto político que dejó pequeño el salón del espacio cultural altsasuarra. Los organizadores tuvieron que pedir a quienes buscaron acomodo en las escaleras que librasen este espacio por cuestiones de seguridad en las instalaciones, con lo que un buen número de personas tuvo que quedarse fuera, con Porrotx, Martin Bertso y compañía, en el estreno de «Plazatik mundura».

Sobre el escenario, decorado en un extremo con banderas de Askapena, ikurriñas y banderolas por la repatriación de los presos políticos vascos sobre kuffiyas (pañuelos típicos palestinos), un cuidado montaje de vídeo dividido en cinco partes fue desgranando lustro a lustro la andadura de Askapena, una lluvia de recuerdos para muchos de los presentes, entre los que se encontraban conocidos rostros como Amparo Lasheras, Jesús Valencia, Bea Ilardia, Walter Wendelin, Gabi Basañez...

Aquellas viejas imágenes, que reproducían las luchas de liberación en Centro y Sudamérica, Oriente Próximo o Irlanda, junto a los momentos políticos más significativos de la lucha en Euskal Herria y otros pueblos de Europa, despertaron la nostalgia de muchos de los presentes. Especialmente emotiva fue la alusión a los sucesos de 1994, en los que los internacionalistas Fernando Morroni y Roberto Facal murieron a manos de la Policía uruguaya cuando participaban en movilizaciones de apoyo a los represaliados vascos o la aparición de innumerables muestras de solidaridad de Euskal Herriaren Lagunak, que fueron recibidas entre aplausos.

De hecho, en un acto en el que pequeñas escenografías a cargo del grupo de teatro y del grupo de danzas de Altsasu daban paso a cada proyección, hubo un espacio para el homenaje a los brigadistas vascos que perdieron la vida allí donde quisieron acompañar en las luchas de otros pueblos. Familiares de Begoña García, Marta Gonzalez y Pakito Arriaran subieron al escenario para recibir el calor del auditorio, entregado en aplausos después de la lectura de una carta escrita por el padre de Begoña García.

Los versos a los brigadistas caídos, sobre la melodía del «Hasta siempre comandante» dedicado al Che Guevara, también fueron respondidos por el auditorio con gritos de «Herriak ez du barkatuko» e «Independentzia, sozialismoa».

Hacia el final el acto llegaron sendos mensajes de cárceles de los estados español y francés. Desde una celda de la cárcel parisina de Fleury, José Javier Osés Jotas saludó al resto de brigadistas con un escueto mensaje íntegramente en euskara, en el que recordando el lema de Askapena «Hamaika herri, borroka bakarra», aseguraba que «hasta que no abrimos nuestro corazón al mundo, no nos percatamos de nuestra pequeñez, ni de la importancia de nuestra pequeña existencia». «La lucha nos hace libres y solo las personas libres pueden construir pueblos libres», añadía Oses antes de despedirse con un «Biba zuek, aurrera bolie».

La otra sorpresa llegó desde la cárcel de Logroño. «Pensad qué fortaleza tiene el internacionalismo, que este mensaje llega a vosotros estando incomunicado». Así arrancaba una carta escrita para la ocasión por Arnaldo Otegi desde la celda de aislamiento. «Para los revolucionarios socialistas el mundo es el espacio de lucha y de solidaridad», destacó el dirigente abertzale en un mensaje en euskara y castellano, en el que tras repasar las claves de la situación actual a nivel mundial, dejó sentado que pese a los riesgos en Euskal Herria se han abierto «oportunidades para dar pasos cualitativos en el proceso de liberación nacional y para poner en marcha alternativas globales, integrales y radicales en la liberación social».

«En este camino, el internacionalismo tiene que seguir haciendo su aportación, como hasta ahora», señaló Otegi, que incluyó un deseo de «toda la suerte del mundo para los compañeros de las FARC, en su incipiente proceso de diálogo».

Cerraron el acto los agradecimientos a la «enorme» cantidad de muestras de solidaridad recibidas, así como el manifiesto que traza la andadura desde hoy de Askapena. Parte del «compromiso de seguir aportando desde el internacionalismo» y conseguir que agentes políticos, sociales y sindicales sigan haciendo suya la solidaridad entre los pueblos. «Es nuestra obligación política desde hoy, ir construyendo las bases del Estado vasco socialista e internacionalista del futuro», señaló Alaitz Amundarain.

Sobre las líneas que guiarán su lucha desde hoy, el manifiesto deja sentado que por encima de diferencias socioculturales y tradiciones políticas «tenemos el mismo objetivo estratégico, conseguir la liberación nacional y social» y afirma que en Euskal Herria «el internacionalismo no tiene sentido fuera del proyecto político de construcción y liberación nacional y social de Euskal Herria». Precisa que su objetivo estratégico es construir un Estado «socialista, euskaldun y feminista» y que será además «la herramienta necesaria para llevar a delante una política internacionalista como pueblo».

«La Internacional» y el «Eusko Gudariak», a las que puso música la charanga de Altsasu, cerraron un acto que emocionó, ilusionó y calentó el ánimo de los asistentes a la comida popular, y eso que la jornada estuvo marcada por la movilización de Baiona, para la que algunos salieron disparados de Altsasu.

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