Novak Djokovic se adjudicó ayer por la noche en Londres su segundo Masters, el torneo que reúne a las ocho mejores raquetas de la temporada. El serbio se impuso al suizo Roger Federer por 7-6 (6) y 7-5 en una final que hizo justicia al talento al reunir al número 1 y al número 2.

En pista rápida parecía un terreno abonado para el suizo pero Djokovic se encargó de desbaratar pronósticos en un primer set disputado e igualado al máximo con tantos imposibles como una volea que sacó Federer provocando el asombro de su rival y poniendo en pie al público.

En la hora y 12 minutos que duró el primer set pasó casi de todo, incluido un Djokovic rodando por el suelo cuando se tiró a por una pelota que le dejó sangrando del codo tras un buen rasponazo. Hubo que recurrir al desempate y por el ese camino parecía ir el segundo.

El suizo sirvió con 5-4 para forzar el tercer parcial y se puso por delante 40-15, pero Djokovic todavía tenía que demostrar por qué es un maestro. Las dos bolas de set del helvético se quedaron en nada ante la concentración y la fuerza de Djokovic, que gritó como si ya hubiera ganado al conseguir el 5-5. Federer todavía podría haber forzado el desempate de ese segundo set, pero en esta ocasión estaba ya derrotado, y el serbio pudo cerrar el duelo con una bola rápida y precisa que obligó al suizo a dar un golpe en el aire.

Federer, el tenista que más veces ha ganado este torneo, nada menos que seis -le siguen con cinco dos leyendas como el checo Ivan Lendl y el estadounidense Pete Sampras- lo explicó claro: «No puedo jugar mejor».

El serbio, que antes se había impuesto en la final de 2008 al ruso Nikolay Davydenko cuando el torneo se disputaba en Shanghái, termina la temporada por segundo año consecutivo como número uno.