«No tengo evidencia hasta este momento de que información clasificada haya sido revelada» ni de que se haya visto afectada la seguridad nacional, aseguró el presidente de EEUU, Barack Obama, en su primera rueda de prensa tras haber ganado la reelección. Obama alabó el «extraordinario trabajo» del general David Petraeus al frente de la CIA y dijo que su dimisión tuvo que ver con un asunto personal.

Tras la dimisión de Petraeus a raíz de reconocer que tuvo una relación extramatrimonial con su biógrafa, Paula Broadwell, han surgido dudas sobre si esta tuvo acceso a información clasificada. Según algunos medios, el FBI la encontró en los ordenadores de Broadwell, pero ella ha negado que se la diera Petraeus.

Además, Broadwell sostuvo en un discurso el pasado octubre que el ataque al consulado estadounidense en Bengasi del 11 de setiembre fue obra de un grupo de libios que intentaba rescatar a prisioneros de guerra en un edificio anexo de la CIA. La CIA ha rechazado que tenga cárceles clandestinas en Libia antes, durante, o después de ese ataque. Obama no quiso profundizar en todo este escándalo y pidió esperar a que concluya la investigación del FBI. «Me reservaré mi opinión de cómo surgió todo el proceso relacionado con el general Petraeus», afirmó el presidente. «Por ahora no tengo toda la información, pero quiero decir que tengo toda la confianza en el FBI, y han hecho un trabajo muy difícil, así que voy a esperar», añadió. Otra cuestión que ha suscitado polémica es la tardanza del FBI en informar del asunto al presidente y a altos responsables. Preguntado sobre si habría preferido que el FBI le informara antes de lo que lo hizo, Obama replicó que «en ese caso probablemente usted me preguntaría que por qué interferí en una investigación. Creo que lo mejor ahora es que esperemos para ver cómo se desarrolla el proceso», insistió.

Obama fue informado de la investigación sobre Petraeus el 8 de noviembre, un día después de que su equipo de seguridad nacional fuera informado por el FBI al respecto y dos días después de que fuera reelegido, pese a que la investigación empezó meses antes.

Los congresistas republicanos presionan al FBI para que aclare estas cuestiones y han remitido una carta con 15 preguntas al respecto. Pese a que las sospechas sobre que la dimisión pudiera servir para evitar su declaración ante el Senado, Petraeus testificará hoy sobre el ataque al consulado de EEUU en Bengasi, en el que murieron el embajador y tres espías.

Defiende a Susan Rice

Por otro lado, el presidente pidió a los republicanos que detengan sus críticas a la embajadora del país ante la ONU, Susan Rice, sobre el ataque al consulado en Bengasi y las dirija en su lugar a él. «Si el senador (John) McCain, o (Lindsay) Graham u otros, quieren perseguir a alguien, deberían ir a por mí», dijo Obama. «Pero que persigan a la embajadora ante la ONU, que simplemente hizo una presentación basada en informes de inteligencia que había recibido, y que mancillen su reputación, es intolerable», sentenció.

Rice ha estado en el centro de las críticas republicanas tras el ataque al consulado por haberlo atribuido a «protestas espontáneas», una hipótesis que más tarde se descartó y se consideró que había sido un ataque premeditado.

El nombre de la diplomática encabeza las quinielas para reemplazar a Hillary Clinton como secretaria de Estado en el segundo mandato de Obama, y tanto McCain como Graham aseguraron ayer que bloquearán su nominación para ese cargo si la Casa Blanca la elige.

Obama dijo ayer que «aún no he tomado esa decisión». El presidente tampoco ha desvelado quién sustituirá a Leon Panetta en Defensa. Washington es un hervidero de rumores sobre el posible nombramiento de, además de Rice, el excandidato presidencial John Kerry, o el consejero de Seguridad Nacional del presidente, Thomas Donilon.