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UPN: aguas revueltas que anuncian tempestad

Yolanda Barcina tiene motivos para estar muy preocupada. Los tiene, y muchos, como presidenta de Nafarroa y quizá aún mayores como lideresa de UPN. Su situación de soledad absoluta se ha hecho evidente con el rechazo unánime de toda la oposición a sus presupuestos, con una contestación popular muy fuerte contra sus políticas de recortes. Su posición política de «baluarte» que evita la «desaparición de la Navarra foral» se ha visto, a su vez, fuertemente erosionada por un contexto donde la viabilidad de Nafarroa como autonomía uniprovincial que da la espalda a Euskal Herria está más en entredicho que nunca. Ahora tiene que hacer también frente a los movimientos que se vienen dando dentro de su partido. Su apuesta personal por el pacto con el PP no le permite a UPN ganarse al PSN y, con ello, como dicen sus detractores del «clan de Corella» -con Miguel Sanz y Alberto Catalán a la cabeza-, corre el riesgo de perder «la mayoría del queso navarro». Su torpeza, su connivencia en el caso Pejenaute es otro motivo que ha llevado a sectores de UPN a mover los hilos para plantear batalla interna y buscar una alternativa de cara al próximo congreso que se celebrará en primavera.

Gobierno minoritario en soledad, crisis larvada en el partido, modelo institucional agotado y una sociedad movilizada... los ingredientes para el cambio en Nafarroa están servidos en el menú.

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