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Th Guardian | Editorial, 2012/11/21 (Traducción: GARA)

Gaza: la inutilidad de la fuerza

Fuera de los confines de la campaña electoral israelí, es difícil ver los últimos ocho días de bombardeos aéreos sobre Gaza como un éxito táctico. Lo que empezó, según la opinión del establishment israelí de defensa, como un momento de euforia -el ataque preciso al coche del comandante militar de Hamas, Ahmed al-Jaabari- terminó con Hamas y otros grupos militantes rompiendo dos tabúes: el repetido lanzamiento de cohetes sobre Tel Aviv (ni siquiera Hezbollah durante el apogeo de la segunda guerra del Líbano hizo eso); y volver a la táctica de poner bombas en los autobuses.(...).

Hamas se ha comprometido a no disparar cohetes, detonar bombas o participar en cualquier actividad transfronteriza, pero todo eso estaba en oferta, y había sido objeto de negociaciones a través de intermediarios antes de que la operación Pilar de Defensa se pusiera en marcha. Además, el acuerdo firmado el miércoles establece la apertura de todos los pasos hacia Gaza -presumiblemente no sólo la frontera de Rafah con Egipto, también los que están en el lado israelí estarán abiertos a la circulación de personas y mercancías-. En otras palabras, el asedio de Gaza, por el que Israel luchó tan duramente y durante tanto tiempo para mantenerlo, acaba de terminar.(...).

Estratégicamente, la opinión sobre la guerra de la semana pasada parece aún peor. (...) El último eslabón de la separación física de Hamas en Gaza parece haberse disuelto, por lo que el tabú sobre su reaparición política en Cisjordania parece haberse desvanecido también. Para el presidente palestino, Mahmoud Abbas, esta es una noticia terrible. La unidad entre Fatah y Hamas se está forjando de facto, a pesar suyo, de Estados Unidos, y de los mejores esfuerzos del Cuarteto para Oriente Medio para excluir a los militantes de Gaza del proceso político (...) Además, acaban de consolidar la estatura internacional de un hombre, Mohamed Morsi, al que hicieron todo lo posible para socavar sus posibilidades hace cinco meses.

Netanyahu afirmó que había paralizado a Hamas(...). Pero ha sido a costa de elevar la posición de Hamas en el mundo árabe. Ahora ha hecho a la organización lo que le hizo a Khaled Meshaal, cuando ordenó su asesinato por envenenamiento y se vio obligado a suministrar a Jordania el antídoto. La carrera de Meshaal fue impulsada como resultado. De la misma manera, Hamas ha sido elevado a la posición de candidato para el liderazgo de la OLP. ¿Es esto lo que el primer ministro israelí pretendía? ¿O ha descubierto los límites del uso de la fuerza? En lugar de tratar de eliminar a Hamas, tal vez el señor Netanyahu debería tratar de hablar con ellos.

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