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Imanol Intziarte | Periodista

Coca y sexo, risas y comida, todo gratis

En toda ciudad que se precie existe ese garito del que todo el mundo habla maravillas y al que tú no has ido. «No te lo puedes perder, has de entrar al menos una vez en la vida». Y siempre que pasas por delante de su puerta te dices que sí, que de esta vez no pasa, que la próxima es la buena y que sucumbirás a su llamada como si fueses Ulises y te cantase una sirena.

Normalmente, estos propósitos terminan en el mismo cesto en el que se pudren la mayoría de las promesas. Pero en ocasiones surge una excepción. Vas y lo haces. Te armas de valor y cruzas bajo ese dintel que no sabes si te conducirá al infierno o al paraíso. Aunque en este caso, al menos la entrada es gratuita.

Oigan, todo lo que me contaron y más, aunque en el vestíbulo nada hace presagiar lo que se esconde en el interior. Pero al poco rato te atiende una mujer, y para cuando te das cuenta ya estás tumbado y en compañía de otras dos, como si se tratara de una bacanal romana. ¿Coca, quieres?, te preguntan. Cómo te vas a negar, sí por favor. Risas. Y la cabeza que, de repente, se te va hacia todos los lados. No pasa nada, la sangre continúa fluyendo. Al igual que los visitantes, unos se marchan, otros entran. Vaya ambiente. Hasta que llega el momento en el que hay que parar, y entonces es cuando te ofrecen un tentempié para recuperar fuerzas. ¿Coca, más? Venga, otro poquito. Me ha gustado la experiencia, seguro que repito dentro de unos meses.

En Donostia, el local al que me refiero está en la calle Sánchez Toca, en el Centro, y pertenece a la Asociación de Donantes de Gipuzkoa. Un cuarto de hora y un pinchacito en el brazo. Es todo lo que piden. Y ofrecen un sándwich y un refresco. Infórmense, seguro que tienen una opción cerca de su casa. ¿Qué se pensaban? ¿Lo del sexo? Bueno, no tienen más que ir para que les cuenten una divertida anécdota sobre aquel hombre que se equivocó de número de teléfono y llamó un día a las ocho de la mañana preguntando si el local era «una casa de citas». No les destripo el desenlace.

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