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Raimundo Fitero

Indulto

 

Las togas contra el ministro. Las batas blancas contra las consejerías y el ministerio. La marea verde, contra las decisiones de las consejerías. Todos están revueltos contra las autoridades, pero a los que llevamos dos esguinces de cervicales viendo telediarios, nos sorprende más que nada la actitud de jueces, magistrados, abogados contra las decisiones del ministro más ultra, el señor Alberto Ruiz Gallardón, que está convirtiendo su mandato en un retroceso hacia el pasado en todos los rangos de los derechos y libertades ciudadanas. Es un demagogo ególatra que funciona a golpe de emociones noticiables y que va ejecutando un plan siniestro.

La última acción vergonzosa ha hecho saltar a jueces de muchos lugares llegando a los doscientos que protestan, de manera muy sentida, profunda y democrática, por el doble indulto que el señor galardón con la autorización del señor Rajoy y todo el consejo de ministros han concedido a cuatro mossos d'Escuadra condenados nada menos que por torturas en comisaría. Dejemos claro que la postura del gobierno del reino de España es coherente, y oficialmente la tortura no existe; y si existe, se indulta. Punto. Lo demás son actitudes antisistema y pro-etarras. Pero cuando son jueces y magistrados los que levantan la voz y señalan la deriva autoritaria del gobierno, pasándose por el forro las sentencias en un caso de esta entidad, significa que la cosa está tan podrida que muchos jueces quieren desmarcarse de esta situación de retroceso constante, y se debe señalar que han protestado desde las dos asociaciones de jueces, incluso la de derechas se siente molesta con tanto exhibicionismo totalitario.

La ley de indulto que usan, y la llevan usando todos los gobiernos, es del siglo diecinueve, y deja manos libres al gobierno para sacar del talego a quién le dé la gana. Si se miran los indultos de los últimos meses de Gallardón y Rajoy, se entenderá mejor que estos quieren marcar bien el terreno para que vuelvan las banderas victoriosas. No se cortan ni un pelín. Lo económico será impuesto, pero lo ideológico es su doctrinario de máximos, retrógrado, ultra, aberrante. La historia no los indultará.

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