Sr. Rajoy: cuando yo era casi niño se hablaba mucho del llanero solitario, un ranger de Texas que montado en su caballo Silver y acompañado por un indígena llamado Tonto recorría las grandes llanuras tejanas para restablecer la justicia. Era un esquivo, lo mismo que usted; igual de solo que el Gobierno que nos muele; lo mismo que Tonto, que es el totem de su partido. Sí, es usted un solitario que todos los días se cobra una vida. Ahora la de los pensionistas, a los que usted ha dejado sin su paga de 40 euros por la inflación. Dijo usted que las pensiones era lo último que tocaría. Realmente no creo que quede más por exprimir. Por cierto, como una delicadeza dedicada a sus lectores el mismo día en que se produce la fúnebre noticia del desahucio de los viejos, el periódico que magnifica el pensamiento del Sr. Aznar ofrece la lista de los españoles más ricos en Suiza, esos emprendedores que dan ejemplo de que si alguien se lo propone la riqueza está a su alcance. Gente que se queda con el árbol y con las nueces. ¡Qué gran consuelo entre tanta ruina!

Pero dígame, Sr. Rajoy ¿quién le queda a usted en la sociedad española que no sean ministros próximos a las fuentes del dinero, banqueros resabiados, periodistas corales, militares con el alma sublevada, prelados del miserere o Tontos que ahora se lavan sus heridas con las aguas milagrosas que envasa el Sr. Montoro? Ya han publicado sus protestas los abogados, los médicos, los jueces, los profesores..., en defensa de la moral mínima que precisa un pueblo para ser gobernado ¿Quién le queda a usted, encerrado en La Moncloa con la única compañía, supongo, de los bonsáis, esos diminutos brotes verdes en los que el Sr. González ahorcó el socialismo ¿Quién?