Joxe Mari Olarra Preso político vasco
La herramienta para ganar el porvenir de la nación vasca
Sortu está llamado a ser la herramienta en manos de los trabajadores de la nación vasca para superar la situación de pertenencia a los estados que nos ocupan y generar el salto histórico definitivo a la reconstrucción del estado de Euskal Herria sobre la base del desarrollo de un modelo propio de Socialismo Vasco
En un espacio de tiempo muy breve en términos históricos el conjunto de la izquierda abertzale ha abordado una transformación estratégica que ha tenido como resultado el cambio radical de los parámetros de nuestro proceso de liberación nacional y social. En un contexto de desventaja y manifiestamente hostil, afrontamos el compromiso adquirido con la sociedad vasca para alcanzar un porvenir diferente y poner a Euskal Herria en el camino más eficaz hacia la recuperación de la soberania y la integridad territorial. Con esa responsabilidad se adoptó la fórmula de la unilateralidad para dar pasos que provocaran el avance. En apenas tres años, digamos desde «Zutik Euskal Herria», se han sucedido acontecimientos que nos han llevado de la ilegalidad y persecución a la ostentación de la mayor presencia política nunca alcanzada.
ETA, desde su propio análisis estratégico, decidió caminar en el mismo sentido, y tras varios pasos previos adoptó la histórica decisión de finalizar su campaña armada. Hace un año quedaba, así, cerrado un ciclo de cinco décadas caracterizado por el enfrentamiento armado para pasar al actual, de orden exclusivamente político, civil y democrático.
Este cambio radical de escenario se ha producido en un plazo relativamente breve de tiempo y ello ha provocado en la izquierda abertzale algunas disfunciones que hay que reconducirlas lo antes posible para asentar debidamente el camino por el que transitamos, así como los instrumentos para hacerlo.
Una disfunción fundamental es la falta de una organización política estructurada y establecida que sea motor y correa de transmisión del proceso de liberación nacional y social. El cambio estratégico lo hemos hecho desde la ilegalidad, las detenciones, el exilio y la prisión, lo que ha provocado que aunque hayamos cumplido el objetivo, carezcamos de una herramienta estructurada y no podamos ofrecer a la sociedad la debida referencialidad política imprescindible. Esto se solventará con Sortu, pero resulta ineludible marcarlo a la hora de analizar dónde estamos; porque a pesar de los éxitos obtenidos por el soberanismo en las tres citas electorales, la izquierda abertzale no ha podido participar de esa alianza con su sello propio y líderes conocidos.
De la falta de esa herramienta derivan otras disfuciones. Son, por ejemplo, el desfase organizativo por venir de la precariedad y clandestinidad, o el desequilibrio entre la práctica política bien sea a nivel nacional o local.
Así, la izquierda abertzale está demostrando que tiene un plan integral sobre el que desarrolla dinámicas de carácter nacional. Mientras, en la órbita de pueblos o barrios, se detectan grandes carencias. Es un salto que hay que corregir para poder generar dinámicas que partan de la propia base, y que lo que en breve construyamos en lo organizativo no sea un gigante con pies de barro, una estructura sin la imprescindibles conexiones con las bases.
Es necesario alertar también sobre la mala costumbre de mirar hacia arriba para esperar lo que venga dado. Se han movido y se están moviendo muchos e importates resortes en el terreno nacional o internacional que aparecen sobre la militancia como llegados de otros mundos. Esto, unido a las otras disfunciones, ha provocado una cierta dejadez de ánimo, algo así como un estado pasivo de espera en el que aguardar acontecimientos. Es evidente que muchos de los factores que hoy se articulan en el marco del proceso democrático quedan a otro nivel de la militancia de base. Cierto, pero esto no puede ser coartada para permanecer en estado latente esperando que los acontecimientos vengan dados. No puede ser así; si la base no genera acontecimientos, difícilmente podrán tener el recorrido deseado los producidos a otros niveles, por muy buenos que sean. Esto es algo a corregir, porque, si no, las maniobras de carácter unilateral no avanzarán por inanición, lo que nos venga de estadios más elevados carecerá de aliento imprescindible. Porque esta gran marcha hacia la independencia y el socialismo no ha hecho sino dar el primer paso y si no avanzamos nos hundimos en el barro, que es lo que busca el Estado.
Si estas disfuciones son, podríamos decir, objetivas, hay otras de carácter subjetivo pero que no por ello son menos importantes ya que son inercias de la fase anterior y tenemos que superarlas para afirmarnos debidamente en el presente garantizando el recorrido futuro.
Así, venimos de décadas de enfrentamiento violento, con una cultura de confrontación y resistencia fuertemente interiorizada en nuestra personalidad y comportamientos políticos.
El nuevo tiempo que estamos poniendo en marcha requiere una nueva cultura política de la izquierda abertzale. Con esto no pretendo decir, ni por lo más remoto, que debamos asimilar los canones de eso que llaman ahora «la política» y antes se decia política burguesa. Esta no es la idea. Entre otras cosas, porque nosotros tenemos una cultura diferente que emana de nuestra personalidad y tradición política y sus señas propias de identidad derivadas de la nación a la que pertenecemos y por la que luchamos. Sobre estas bases debemos profundizar en las formas de expresión y desarrollo de nuestra nueva cultura y mentalidad para el ciclo en el que estamos. Por ejemplo, hasta ahora estábamos habituados a luchar contra los elementos haciendo de ello seña de identidad; ahora nos tocará en ocasiones remar con viento y corriente a favor, y esa es una circunstancia para la que debemos estar preparados de cara a que los elementos favorables no nos cambien ni condicionen la forma de bogar hacia el objetivo.
Nos encontramos en un punto decisivo. Estamos comenzando a rentabilizar décadas de lucha, de resistencia militante y, al mismo tiempo, articulando las bases democráticas para lograr lo antes posible una mayoria hegemónica que permita alcanzar la independencia. Estamos, pues, en una transición; un momento historico para Euskal Herria que requiere superar inercias que arrastramos de la fase anterior y constituir y fortalecer la columna vertebral y motor del proceso de liberación nacional y social que deberá ser Sortu.
Sortu está llamado a ser la herramienta en manos de los trabajadores de la nación vasca para superar la situación de pertenencia a los estados que nos ocupan y generar el salto histórico definitivo a la reconstrucción del estado de Euskal Herria sobre la base del desarrollo de un modelo propio de Socialismo Vasco. La nueva organización debe surgir del propio pueblo al que pertenece, cuidando que sus raíces estén clavadas en las bases.
Así, las estructuras deberán estar dimensionadas a la medida de esa militancia de base; nada de preparar un catálogo de líderes mediáticos-políticos, nada de un ejercito de cargos públicos o equipos de liberados a modo de funcionariado abertzale. La política tendrá que ser el trabajo del día a día, la dedicación, entrega y sacrificio personal, con estructuras ágiles de debate, de decisión y trabajo, de mucho trabajo. Desarrollar la crítica y la autocrítica, el binomio idea-práctica para responder a los retos de la lucha nacional y social.
Vivimos tiempos de crisis general del sistema capitalista que resulta criminal para nuestro pueblo; paro, desahucios, marginación... miles de familias no llegan a fin de mes o se consumen buscando empleo. A todos ellos no les valen las declaraciones pomposas. Nuestro pueblo necesita un compromiso irreductible y una práctica diaria para sacar adelante Euskal Herria y garantizar el bienestar de sus ciudadanos. Los abertzales de izquierda formamos parte de ese magna humano, nos nutrimos de él, luchamos por él y en ese compromiso ganamos la legitimidad con la que seguimos adelante. Ahí debe estar Sortu. Esa idea debe regir en todos los planos de actuación para ir acumulando fuerza, para llegar a ser mayoría hegemónica sobre la que renazca el estado vasco. Se pueden generar climas colectivos por la independencia, pero si no hay una organización que vertebre y encauce la energía hacia la independencia todo puede venirse abajo en cuanto la fuerza mayoritaria se pliegue nuevamente a España.
Tenemos retos inmediatos. La política no se hace en un estadio de diseño, porque en su puesta en práctica intervienen variables que modifican la evolución de los acontecimientos. El Estado español, por ejemplo, se ha clavado en el inmovilismo e intenta distorsionar y confundir a los agente implicados. No dudo de que haremos que se muevan, pero habrá que desarrollar inicativas, movimientos de respuesta a los suyos y otros posicionamientos tácticos que requerirán mucha agilidad y, sobre todo, mucha confianza en lo que hacemos.
Debemos hacer de Sortu la columna vertebral del camino a la independencia y el socialismo, fortalecer músculo con el trabajo diario y militante; trabajo desde el compromiso insobornable con la nación vasca y su porvernir. Si logramos hacer una organización así, haremos definitivamente realidad el sueño de todos quienes a lo largo de décadas, de siglos, lo dieron todo por Euskal Herria y la Libertad. A trabajar para ganar, Lortuko dugu.