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Merkel sale reforzada del XXV congreso pero se enfrenta a un futuro difícil

La Unión Demócrata Cristiana (CDU) acaba de finalizar su XXV congreso en paz y armonía, mostrando casi una completa sintonía con su presidenta, Angela Merkel. En Hannover, los delegados reeligieron a la jefa de Gobierno para otros dos años al frente del partido. Merkel obtuvo el 98% de los votos, un récord histórico. Pero aún así, la CDU se enfrenta a un futuro difícil.

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Ingo Niebel | Colonia

Para resumir desde la perspectiva de los delegados demócrata cristianos el congreso que la CDU ha celebrado durante dos días en la capital de Baja Sajonia, Hannover, hacen falta solo tres palabras: «Todos somos Merkel». El resultado del 98% no solo indica que el círculo de poder de la presidenta ha terminado con éxito la «operación reelección», obteniendo ocho puntos más que hace dos años, sino que también demuestra que, por ahora, no hay alternativa a esta política que desde hace 12 años abandera el partido mayoritario en Alemania. El presidente de la Unión Social Cristiana (CSU), la hermana bávara de la CDU, Horst Seehofer, calificó el triunfo de su aliada como un «resultado cubano» y prometió que en adelante ya no se comportaría más como el símbolo de Baviera, es decir como «un león rugiendo sino como un gatito ronroneando». Con cierta soberbia, la comunidad demócrata cristiana está esperando ahora con qué resultado votará el domingo el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) a Peer Steinbrück como candidato a canciller para las elecciones presidenciales en 2013.

La insólita posición de Merkel se hace también visible dentro del partido donde ninguno de sus cinco lugartenientes tiene aún la fuerza para aparecer como su sucesor o rival. Julia Klöckner, de 40 años, obtuvo con 92 puntos el mejor resultado, pero en su estado federal, Renania del Palatinado, es solo jefa de la oposición.

La ministra de Trabajo, Ursula von der Leyen, recibió un voto de castigo con únicamente el 69% de los votos porque su estilo político no gusta mucho al partido.

Los representantes de los dos comités regionales más poderosos, Armin Laschet y Thomas Strobl, de Renania del Norte Westfalia y Baden Württemberg, respectivamente, tienen primero que poner orden en sus organizaciones, que han sufrido duros debacles electorales.

Y el quinto lugarteniente, David McAllister, tendrá el inconveniente de que seguramente ganará las elecciones regionales de Baja Sajonia en enero, pero posiblemente perderá el poder político si su socio liberal y el partido socialista Die Linke se quedan fuera del hemiciclo. Entonces, existe la posibilidad de que el SPD y los ecologistas Verdes sumen suficientes escaños para tomar las riendas en este land, que en décadas atrás, había sido uno de los feudos de la CDU. Así que habrá Merkel para rato.

El único punto donde el aparato merkeliano ha permitido que el ala conservadora del partido pueda sentir cierta satisfacción ha sido la rotunda negativa a la igualdad fiscal de las parejas homosexuales. La presidenta ha dado paso libre a la derecha en esta cuestión a sabiendas de que el Tribunal Constitucional Federal le obligará a eliminar esta injusticia entre la fiscalización de matrimonios heterosexuales y homosexuales.

Desde el punto de vista estratégico, persisten los problemas de la CDU, que son la falta de una alternativa a Merkel al frente del partido, la indefinición ideológica y la notable pérdida de importancia política en las grandes ciudades del país.

Ya que el congreso ha sido un calco de la política nacional e internacional de Merkel -administrando pero no solucionando los verdaderos problemas-, el diario centroliberal «Süddeutsche Zeitung» ha analizado de cerca el círculo de poder con el que se rodea la canciller. Lo que caracteriza a esos siete «samurai» es su indiscutible sentido de lealtad hacia la jefa de Gobierno.

Beate Baumann es su directora de oficina. Colabora con Merkel desde hace veinte años. Desde hace una década, Eva Christiansen asesora a la canciller en cuestiones mediáticas, mientras que la ministra federal de Educación, Annette Schavan, es considerada como una «casi amiga».

Alrededor de este grupo íntimo de asesores se sitúa también el portavoz del Gobierno, el experiodista Steffen Seibert, y el jefe del grupo parlamentario de la CDU, Volker Kauder. Este último representa al ala conservadora del partido y, al mismo tiempo, mantiene a raya a sus parlamentarios.

En política exterior se halla, por un lado, el secretario general de la CDU, Hermann Groehe, que, en comparación con sus antecesores, no abre paso a la canciller, sino que más bien le cubre las espaldas desde las filas del partido cueste lo que cueste.

Tan legendaria es la sumisión del ministro de Cancillería, Ronald Pofalla, a los deseos de Merkel que incluso forma parte de un programa satírico en la radio pública WDR. Su deber consiste en entrelazar la política de la canciller con el grupo parlamentario, el partido y los ministerios. Para lograr sus fines, Pofalla es el más rudo. En medio del debate sobre el rescate del euro llegó a decir a uno de sus correligionarios euroescépticos: «No puedo ver más tu cara». Con estas personas a su lado, Angela Merkel se enfrenta a 2013, que, por las consecuencias de la crisis financiera y las diferentes elecciones, puede resultar mucho más difícil de lidiar que el orquestado congreso.

 
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