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«Las crisis si algo tienen de positivo es que nos ayudan a querernos más»

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Cesc Gay

Director de «Una pistola en cada mano»

Cesc Gay (Barcelona, 1967) debutó como director en 1998, junto al argentino Daniel Gimelberg, con su obra «Hotel Room». En 2003 estrenó «En la ciudad», con la que consiguió el reconocimiento mundial a su trabajo; con ella Eduard Fernández consigue el Premio Goya al mejor actor de reparto, obteniendo tres nominaciones más, incluyendo las de Cesc Gay a la dirección y al guion adaptado.

Jaime IGLESIAS | MADRID

Cesc Gay (Barcelona, 1967) reincide en la palabra, el gesto y la mirada como expresiones de un conflicto soterrado en «Una pistola en cada mano», su particular ojeada al universo masculino atenazado en la cuarentena, estructurada a modo de colección de relatos. La película, que acaba de llegar a los cines, cuenta con un reparto de campanillas donde se citan Ricardo Darín, Luis Tosar, Javier Cámara, Eduard Fernández, Eduardo Noriega, Alberto San Juan o Leonardo Sbaraglia.

Muchos han afirmado que con «Una pistola en cada mano» vuelve al cine coral pero no creo que esta sea una denominación muy precisa...

No, no lo es. Ésta no es una película coral sino de episodios y eso implica una serie de particularidades ya desde su planteamiento. Me apetecía escribir una serie de historias que transmitieran una cierta espontaneidad y rodarlas por separado para comprobar el efecto que iban teniendo unas sobre otras. Pienso que se trata de una película mucho más instintiva que «En la ciudad» donde todo estaba más pensado y planificado.

¿Por qué piensa que el film de episodios encuentra tan poco eco aquí?

Supongo que hay un cierto miedo sobre la viabilidad comercial de este tipo de propuestas. El cine en ese aspecto no funciona, por desgracia, como la literatura, donde un libro de relatos breves tiene una consideración pareja a una novela. A mí me encantan los cuentos, como los que escribía Raymond Carver, cuyo espíritu pienso que está en cierta medida en el film.

¿Alguna otra influencia reconocida?

En el cine italiano hay una gran tradición de las películas de episodios, son toda una referencia. También me he fijado mucho en Jim Jarmusch o Woody Allen, sobre todo a la hora de meter ritmo a la película y lograr que fuera una narración uniforme y no una simple sucesión de diálogos.

Desde el punto de vista del contenido muchos han descrito la película apelando a la manida etiqueta de «guerra de sexos», algo que, creo, tampoco le hace mucha gracia...

No, porque no creo que el tema vaya por ahí. Más bien se trata de una comedia sobre lo masculino. Reflejamos a un grupo de hombres en crisis donde las tensiones no siempre vienen dadas por su posición respecto a su pareja, que también. Lo emocional tiene mucha importancia en estas historias y de ahí que la mujer juegue un papel relevante, pero no exclusivo, en la conformación de los conflictos que se plantean.

Conflictos no resueltos en la mayoría de los casos...

¿Tú crees? Yo pienso que las distintas historias sí que son concluyentes aunque es verdad que su desarrollo no viene determinado, en la mayoría de los casos, por una acción concreta.

En cualquier caso hay una clara vocación generacional en la película

Supongo que sí porque todos los personajes y los actores que los interpretan andan en torno a los 40, una edad que a menudo ha sido estigmatizada con la palabra «crisis». Pero las crisis si algo tienen de positivo es que nos ayudan a querernos más, las personas tendemos a buscarnos, a protegernos, las pequeñas desgracias unen a la gente.

«Una pistola en cada mano» tiene un reparto de ensueño. Ha conseguido convocar a los mejores actores del Estado español (y del argentino) de entre 40 y 50 años...

Fue fácil, la mayoría estaba en paro y aceptó mi oferta (risas). No, en serio, todo en esta película ha sido muy poco pensado. Con algunos de los actores ya había trabajado, con otros no y había ganas recíprocas de hacer algo juntos. El casting lo fuimos improvisando según disponibilidad de los actores pero sí que es verdad que dejándonos llevar por la idea de que fuera un reflejo generacional.

¿Cómo fue el trabajo con ellos?

A cada uno le mandé su parte del guion, más que nada porque si les mandas el guion entero no se lo leen y si se lo leen es para luego decirte «oye ¿no podrías darme mejor este otro personaje que creo que me va más?» (risas). A partir de ahí preparamos el trabajo en una semana. Ensayamos durante cuatro días y rodamos las secuencias en dos. La verdad es que todos respondieron fenomenal. Javier Cámara llegó a decirme «me siento como un funambulista en el alambre manteniendo el equilibrio». Ese era justo el tono que quise de ellos para la película.

¿No le da vértigo estrenar una película de estas características en fechas prenavideñas, compitiendo con los mainstreams y encima estando el cine del Estado español tan denostado como parece estar?

Vayamos por partes (risas). Para empezar el rendimiento comercial de un film es un misterio. Pero precisamente por las características de esta película no creo que «Una pistola en cada mano» esté llamada a competir con los mainstreams que son producciones que se estrenan para ser quemadas en un par de semanas de asistencia masiva a los cines. Creo que nuestra película, precisamente por su singularidad, puede emerger como alternativa para otro tipo de espectadores.

Tampoco está muy vinculada al cine que se ha hecho este año en el Estado, lo cuál me parece algo muy positivo porque el cine español no es algo homogéneo como muchas veces se piensa, basta ver «Blancanieves», «Grupo 7» o nuestra película para darse cuenta de la diversidad de propuestas que se hacen aquí. En lo que sí confío mucho a la hora de que «Una pistola en cada mano» funcione es en el boca/oído. Para una película como ésta es muy importante.

 
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