Iñaki LEKUONA | Periodista

La cuestión vasca

Es cierto que no todos los días se asiste a la jura de un nuevo Lehendakari  bajo el árbol de Gernika. Pero no es menos cierto que tampoco es usual ser testigo de una declaración común en la que todo el espectro político de  Ipar Euskal Herria se compromete a impulsar Aiete ante la inmovilidad de los gobiernos Francés y Español. El retrato de Baiona difícilmente podía adivinarse hace unos años. Allí, entre abertzales, socialistas, verdes y centristas se encontraba, por ejemplo, Max Brisson, el mismo que firmaba hace unos años con el PP un pacto por el que la entonces RPR anunciaba ir de su mano en todo lo que concerniera a la cuestión vasca.
Pero las personas, como la realidad, es cambiante. El sábado, el mismo Max Brisson subrayó la importancia de que representantes políticos que hasta ahora se enseñaban los dientes logren ahora no sólo debatir sino consensuar. «En París nunca se aparcan las diferencias políticas», lamentó. Esta frase fue su único desacierto discursivo. Porque en París saben perfectamente aparcar sus diferencias políticas. Y no solo entre adversarios políticos franceses, sino también respecto a sus colegas españoles aunque sean de signo distinto. Es, de nuevo, la cuestión vasca, capaz de generar las mayores complicidades entre gente que se detesta política y personalmente. Es la razón por la que hasta la fecha París no ha movido un solo dedo, el que señaló el camino de España a una ciudadana suya cuyo brutal delito es haber ejercido una actividad política en Francia. Ojalá Urkullu comprenda qué hay detrás de la cuestión vasca. Y ojalá que asuma de lleno la responsabilidad que adquirió en Gernika.