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ANÁLISIS | Reestructuración del sistema financiero

Kutxabank: Sobre la propuesta del Gobierno español a Bruselas

Los autores del análisis destacan la importancia para el sistema financiero vasco y, en concreto, para el futuro de Kutxabank de la decisión que tome el Ejecutivo de Mariano Rajoy sobre la orientación de la reestructuración bancaria. Los límites para las cajas es que solo operarán en su comunidad autónoma y provincias vecinas, y no podrán superar un determinado nivel de actividad.

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El diario «El País» recogía en su edición del pasado 9 de diciembre lo que denominaba «Texto íntegro de la comunicación del Gobierno sobre la reforma de las cajas». Las incógnitas continúan siendo importantes. El texto del anteproyecto de ley que deberá concretar el contenido de esta comunicación ya está circulando en determinados medios. Nos esperan, por lo tanto, unos meses llenos de sobresaltos sobre el futuro de la economía vasca pues porque lo que tenemos en juego en la configuración institucional de Kutxabank.

Se va a decidir si el sistema financiero vasco, que al comienzo de la crisis era un sistema sano y no sobreendeudado, va a ser o no definitivamente arrastrado, y destruido, por el tsunami de la reestructuración del sistema financiero español; el tsunami en el que nosotros nos hemos introducido en dos años de continuadas decisiones ciertamente difíciles de entender. En principio, se abren para el futuro de Kutxabank dos posibles escenarios claramente diferenciados: el de las caja de ahorros y el de la «bancarización», con horizontes netamente distintos.

La bancarización es, según el comunicado, un escenario a desaparecer en el tiempo, pero no, en una primera fase. Las cajas que controlen un banco, como es el caso de Kutxabank, se deberán transformar en «fundaciones bancarias», supervisadas por el Ministerio de Economía y por el Banco de España, y se les impondrá una serie de medidas «incentivando la pérdida de control sobre los bancos». Es una vuelta atrás, un giro radical sobre los procesos de «consolidación» y «bancarización» impulsados por el anterior equipo del Banco de España.

Entre los requisitos establecidos para estas fundaciones se introduce una expresión significativa: «siendo el objetivo principal reducir la influencia política». Esta expresión es particularmente relevante en el caso de Kutxabank. Recordemos que, aunque se suponía que el cuestionamiento del modelo de cajas de ahorros obedecía precisamente a los problemas de gobierno corporativo de la participación pública-política, en el caso de Kutxabank la bancarización estuvo unida exactamente a todo lo contrario: la monopolización del poder corporativo por parte de las instituciones públicas y, por lo tanto, por los partidos políticos, marginando a los representantes de trabajadores y ahorradores, sin que nadie se molestase en dedicar una línea a argumentar las razones de este sorprendente hecho.

Este escenario permite provisionalmente a Kutxabank mantener en lo fundamental el status corporativo actual, si bien en un contexto incómodo, puesto que se define expresamente como un escenario en el que se incentiva «la pérdida de control sobre los bancos»; existirá una estrecha supervisión «reforzada» por parte del Banco de España; y se considerará objetivo principal «reducir la influencia política».

El segundo escenario que posibilita el texto es el de dar marcha atrás al proceso de bancarización y configurar a Kutxabank como caja de ahorros. Aunque el comunicado alude a que «el modelo de cajas de ahorros se restringe duramente», esta dureza parece relativa a efectos del sistema financiero vasco y los criterios que se plantean parecen en buena parte lógicos y coherentes con los criterios políticos manifestados por la Comisión Europea.

Se indica que «se imponen límites al funcionamiento de las cajas de ahorros arrancadas a Europa, algunos para evitar que estas entidades puedan alcanzar un tamaño sistémico». Los límites son que las cajas solo operarán en un área reducida (la comunidad autónoma y las provincias vecinas) y no serán autorizadas a sobrepasar un determinado nivel de actividad (activos, volumen de negocio...). Si sobrepasan estos límites tendrán que transformarse en una fundación bancaria y operar a través de un banco».

La incógnita pendiente es la de dónde se situarán estos límites de actividad en cuanto a activos y volumen de negocio y si serán o no razonables. La otra limitación propuesta de operar solo en «una comunidad autónoma y las provincias vecinas» no solo parece razonable, sino que se adapta como anillo al dedo a los intereses estratégicos del sistema financiero vasco.

Este segundo escenario parece, en principio, el más adecuado para Kutxabank. Supondría, en la práctica, que Kutxabank centrara sus objetivos estratégicos en su mercado natural y amortizara las inversiones fuera del mismo que llevan años generando importantes pérdidas y una significativa desorientación estratégica. Dar cumplimiento a estos requisitos sería perfectamente coherente con las adaptaciones estratégicas que Kutxabank necesita en este momento.

A la espera de un mayor detalle, parece el momento ideal para abordar cuanto antes este proceso: reestructuración de Kutxabank como caja y reorientación de su estrategia hacia su mercado natural en el País Vasco. Es el mejor escenario que nuestra economía podía esperar y lo que necesitamos en este momento para centrar los esfuerzos de nuestro sistema financiero donde debían haberse centrado desde el principio: en trabajar codo con codo con nuestras empresas para hacer frente conjuntamente a la crisis.

Ante este razonable comunicado del Gobierno español, esperamos que algunos medios de comunicación, que hasta ahora han evitado premeditadamente la opción de dar marcha atrás a la bancarización, revisen su actitud. Nuestro país se está jugando su futuro y la sociedad vasca tiene derecho a saber que la opción de configurar Kutxabank como una caja de ahorros no bancarizada no solo es una opción posible y perfectamente viable, sino la más lógica y la que es, probablemente, imprescindible para salvar el futuro de nuestra economía.

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