Síntoma
Carlos GIL | Analista cultural
Cuando se fusionan Educación y Cultura, en vez de crearse sinergias de potenciación, se producen procesos de debilitamiento que afecta a la más débil. Y la más débil siempre es la Cultura porque no se la ve como algo estructural, sino coyuntural. El nuevo gobierno empieza con esta circunstancia a la que no vamos a darle más rango que el de advertencia basada en la experiencia. Concedamos el tiempo suficiente para ver si es posible la buena química entre enseñanza y cultura, unos ámbitos que deberían fertilizarse entre sí para producir nuevos tiempos, nuevos umbrales de conocimiento y de placer.
Pero como cuando no sabemos qué decir, decimos crisis, me parece un síntoma de una anemia perniciosa que va a dejar a la cultura todavía más desasistida. Un repliegue presupuestario en el ámbito cultural puede colapsar proyectos y trayectorias de largo recorrido que quizás necesiten algún ajuste, pero que deben tener seguridad de progresión. Hoy no caben ejercicios poéticos secundarios, es necesario acudir al escrutinio de los compromisos adquiridos por los salientes, comprobar su validez, quitar los inservibles y con claros síntomas de amiguismo, y a partir de ahí resetear todo el organigrama, todos los planes y poner en marcha las ideas y políticas que vengan con el nuevo equipo.
Todo ello suponiendo que lleguen con algo claro, que hayan analizado la actual situación y tengan algunas fórmulas para superar la coyuntura presupuestaria porque si lo único que saben es que hay que recortar, va a ser un crujir de dientes, una legislatura de excesivo sufrimiento y desastre cultural. Hay varias maneras de interpretar este síntoma. Hasta positivas. Sea.