El actual presidente de RTVE ve normal la bajada de audiencia de sus canales y cadenas. Asegura que los cambios de presentadores de los telediarios necesitan dos o tres años para consolidarse. Es una manera de justificar la actual situación del ente estatal. Es cierto que cuando se producen cambios, estos llevan aparejados unos desajustes, pero no han sido históricamente ni de esta intensidad ni de esta rapidez ni de esta evidencia. Entre otras cosas porque los cambios casi no han existido, han sido de caras, de tonos, no han sido ni estructurales ni de decorados e imagen que es algo que todos los recién llegados desean hacer para dejar su impronta.

La caída en picado de la influencia de TVE, en todos sus canales, la pérdida de su preponderancia en los telediarios es fruto de su orientación partidista, de su manipulación desconsiderada, no de los supuestos cambios, porque están algunos de los de siempre, como Ana Blanco, la imperturbable, inoxidable, eterna presentadora del mohín aséptico. Incluso los que ahora están más minutos en pantalla en los servicios informativos, vienen de ser conductores o presentadores en otras épocas, y eran mejor tratados por las audiencias. Existe, por lo tanto unas ganas de castigo, una suerte de protesta silenciosa que cada uno hace con su mando a distancia, un desprecio activo porque ellos, con sus manipulaciones groseras, se lo han ido ganando con afición.

Alguna alarma ha debido sonar en los despachos de los directivos, porque se anuncia el desbloqueo de algunas series que por extraños motivos presupuestarios estaban sin emitirse. Sin audiencia, por mucha señal institucional que sea, es difícil mantener su existencia. Y ser la tercera de las generalistas no se lleva bien, y ese es el lugar de TVE en estos momentos, porque el fuelle lo está perdiendo en todos los tramos horarios y en todos los géneros. Aquí no existen experimentaciones ni cambios de caras superficiales, lo que pasa es que un programa arrastra a otro, de éste a un concurso y de ahí a una tertulia. Han entrado en una fase de descrédito, aburren y se les apodera el miedo. Está bloqueados, solamente falta que pierdan también en navidades.