Sin posibilidades económicas para afrontar esos cambios que parecían obligados y un calendario de asustar, las declaraciones de Sito Alonso en Sevilla parecían una especie de mensaje en una botella, lanzado al mar sin un destino fijo. Sin embargo, cuando ese S.O.S tenía pinta de perderse en el océano, algo cambió en ese buque a la deriva llamado GBC y, remando todos en la misma dirección, parece haber un puerto detrás de la niebla. Con Woods y Taylor aportando aquello, o parte de aquello por lo que se les trajo, Ibekwe intimidando y dosis de acierto como la de ayer, el camino hacia la salvación sigue siendo complicado, pero con Salgado al timón y manteniendo esa intensidad, pasar el Rubicón es más que posible.

A pesar de que, con un pabellón semidesierto pero incondicional, la puesta en escena fue bastante desalentadora, -el CAI se adelantó 1-7 en los primeros instantes- el GBC mostró ayer capacidad de respuesta. Jermaine Taylor, uno de los señalados, se unió a la causa, al menos en ataque, y a base de lanzar y anotar desde el exterior, los guipuzcoanos no solo recuperaron la desventaja, sino que incluso se pusieron por delante en el marcador. Al margen de que ajustaron la defensa, la clave de la mejoría local -26-20 al término del primer cuarto- tuvo un pilar básico, su 5/8 en triples -el último que recogió la estadística fue uno lanzado por Neto desde su cancha sobre la bocina-.

El base brasileño quiso mantener el mismo guión en el segundo cuarto con otro triple de inicio, pero el GBC sufrió una de sus habituales desorientaciones. A que la segunda línea bajó el pistón se le unió que mantener el nivel de acierto era imposible. Sin embargo, hubo otro factor incontrolable. Dicen que a perro flaco todo son pulgas y algo o mucho de eso debe de haber, porque no es normal que un equipo, el CAI, termine un cuarto sin recibir una falta y GBC llegue al descanso con una desventaja de 10-3 con un marcador tan equilibrado. Además, Fontet aprovechó su envergadura para hacer daño por dentro en ausencia de Doblas y los maños recuperaron la iniciativa en el electrónico, aunque otro triple local, en este caso de Salgado, dio una renta mínima a GBC al descanso (40-39).

Aparece el mejor Woods

Tras una primera parte bastante desacertada, Qyntel Woods también quiso remar junto al resto de sus compañeros y comenzó a aportar esa calidad que tanto echa de menos el equipo en momentos críticos. Un robo suyo, que terminó en antideportiva de Jones, enseñó el camino para que Lagun Aro abriera brecha en el marcador y un triple, esta vez de Papamakarios, dio al equipo esa siempre sicológica renta de diez puntos en el 59-49. Así, con el GBC intenso y todos aportando, ni siquiera una discutidísima técnica a Guille Rubio y la cuarta de Doblas, que otras tardes hubieran supuesto el desplome definitivo, resultaron insalvables.

El equipo entró al último cuarto en esa barrera de diez, pero, el camino esconde muchas trampas -ayer fue una zona de Abos- y el buque azul sigue teniendo un esqueleto endeble, por lo que cualquier despiste puede suponer perder el rumbo para siempre. En los últimos minutos hubo que volver a sufrir, Durez anotó los triples que falló Salgado, pero con una remada uniforme y acompasada, GBC puede seguir navegando hacia buen puerto.