El que Susanne Bier ganara el Óscar a la Mejor Película Extranjera por «En un mundo mejor» no fue ninguna casualidad, porque se está revelando como la realizadora con vocación más internacional de entre todos los cineastas daneses surgidos del movimiento Dogma 95. No se pone límites de ningún tipo, ni idiomáticos ni genéricos, ya que aquí se juega su reputación dramática pasándose a la comedia, y no a una cualquiera, sino a la que combina el tema de las bodas con los paisajes turísticos.

No hay razón para asustarse, gracias a que el estilo de Bier se desmarca por completo del que caracteriza a las comedias románticas de Hollywood, con un humor que consiste en desdramatizar los problemas que suele tratar en sus películas más descarnadas y realistas.

Su decidida intención rupturista se pone de manifiesto en el tratamiento feminista de la figura de la que parte el enredo, una peluquera que lleva peluca a consecuencia de las sesiones de quimioterapia a las que se somete para superar un cáncer de mama. Esta mujer sigue adelante y, aunque su pareja la abandona, no renunciará al amor. Es más, su situación la hace desnudar su natural atractivo, para sorpresa del nuevo pretendiente interpretado por Pierce Brosnan de forma autoparódica. En la boda en Sorrento se entrecruzarán los viejos emparejamientos con otros nuevos posibles, remarcando la necesidad de las personas de ser libres, justo cuando la vida parece que les trata peor.