La Real puso la guinda a un buen 2012 al sumar ante el Sevilla su séptimo partido sin perder con una serie de quince puntos de 21 que le permitirá despedir el año a dos de la sexta plaza que clasifica para jugar la Europa League.

Todo lo contrario que el Sevilla, que suma 5 puntos de 27 en una racha que deja en mal lugar a un Míchel que increíblemente sustituyó a Reyes cuando era el jugador que más problemas causaba a un Bravo que arregló con un paradón final una noche en la que no estuvo acertado.

Además fue un partido especial porque, al margen de la insignia de oro y brillantes de la Real que recibió el golfista Txema Olazabal antes del partido, fue bonito ver a los jugadores realistas con los nombres de sus abonados en sus camisetas. Pudieron dedicarles de esta manera emotiva una victoria justa porque la Real mereció más que un Sevilla desquiciado que terminó con diez, pero bien pudo acabar con ocho.

Gran jugada de Griezmann

La Real fue superior al Sevilla en el primer tiempo y se adelantó gracias a una gran jugada de Griezmann, con dos paredes con Pardo y Xabi Prieto antes de ceder a Vela para que el mexicano ratificara que es el jugador más determinante de la Real.

A partir de ahí el equipo blanquiazul tuvo el primer tiempo bajo control, dispuso de un buen remate de Pardo que despejó Diego López y solo Álvarez Izquierdo impidió que se terminara de desequilibrar a su favor al perdonar una segunda tarjeta a Spahic que no merecía discusión en el minuto 41.

La Real estuvo seria en defensa a pesar de las características ofensivas de sus jugadores sin conceder más opción de gol que un centro de Navas que Negredo no llegó a rematar por poco. En ataque no creó demasiado peligro porque llega con pocos jugadores al área e Ifrán no justifica la confianza que ha depositado en él Montanier en los últimos partidos. Pero Vela y Griezmann se movieron con criterio y esa movilidad creó inestabilidad a la defensa del Sevilla. Solo la escasa aportación de Ifrán, es difícil de entender que haya jugado de inicio los últimos siete partidos de Liga, daba un cierto respiro a los de Míchel.

Del posible 2-0 al 1-1

El partido cambió en los primeros minutos del segundo tiempo, en los que la sentencia pudo llegar en una gran jugada de Griezmann que Xabi Prieto no remató bien con la izquierda y al minuto el Sevilla empató en un error de Bravo. El chileno tuvo uno de esos partidos en los que por momentos parecía que su cabeza estaba en otro lugar. Antes de esa acción había tenido dos indecisiones similares.

Esa jugada cambió el partido porque dio aire a un Sevilla que tuvo tres remates seguidos por mediación de Reyes, que curiosamente fue sustituido por Míchel cuando era el mayor peligro de su equipo. La Real atravesaba sus peores minutos, Anoeta volvía a censurar a Montanier por retirar a Pardo y volvieron a ser los laterales los que acudieron en auxilio de su equipo al fabricar y rematar un gol como hicieron ante el Getafe. Inmediatamente llegó la autoexpulsión de Coke en una acción que refleja el estado de ánimo del Sevilla, que no hay partido que acabe con once.

Con todo a favor, la Real no supo sentenciar el partido y eso le condenó a sufrir en los últimos minutos en las jugadas a balón parado, en las que fue necesario que Bravo hiciera un paradón tras un remate de Negredo para lograr la victoria.