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Martxelo Díaz | Periodista

Yo tampoco vi el discurso del rey

Confieso que, como Artur Mas, el día de Nochebuena no estaba delante de la televisión viendo el discurso de Juan Carlos de Borbón. Como tampoco tenía que preparar la composición de ningún gobierno, salí a echar una cerveza a la plaza de Sagastieder, en Intxaurrondo, mientras llegaba la hora de cenar.

Confieso que tampoco he leído con mucho detenimiento los análisis posteriores de las palabras del Jefe del Estado español ni las reacciones del resto de agentes políticos.

Realmente, las palabras de Juan Carlos de Borbón me interesaban tanto como las de Benedicto XVI, que dicen que habló de cambiar las armas por arados en Siria. Me parece que ambos son dos figuras completamente alejadas de las realidades a las que dicen representar y sus discursos no dejan de ser un ritual más de las fiestas navideñas. Tienen menos contenido que los que salen por la tele brindando con champán y diciendo que con lo que les ha tocado en la lotería taparán agujeros o los que se tienen conformar con el manido recurso a la salud.

Echando esa cerveza, en una terraza, porque era una noche inusualmente calurosa, me enteré de cosas mucho más interesantes que quedándome a ver la tele. Como que hay celadores que encadenan contratos temporales y que cobraban la paga extra prorrateada que han visto cómo en la nómina de diciembre les salía la cantidad de -10 euros porque les han retirado lo que les habían adelantado a lo largo del año. O sea, que han estado trabajando y encima tienen que pagar. O que los trabajadores públicos que no han cobrado la extra de diciembre han tenido que cotizar por lo que no les han pagado.

Seguro que Juan Carlos de Borbón no dijo nada de esto. De lo que sí me he enterado es de que cada vez hay menos gente que enciende la tele el día de Nochebuena, al menos mientras dura el discurso. A los temporales gestores de ETB les hubiera salido más a cuenta emitir un capítulo de Doraemon, aunque hubiera sido repetido, que difundir el discurso grabado en el Palacio de la Zarzuela. Habrían obtenido, sin duda, mejores índices de audiencia.

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