
Esperar a que escampe no es una alternativa
A pesar del espejismo causado por la temporada navide�a en el sector servicios, que en Nafarroa ni siquiera ha servido para revertir la tendencia, 2012 ha acabado con m�s de 221.000 trabajadoras y trabajadores engrosando las listas del paro, que alcanza cifras absolutas nunca vistas en la serie hist�rica y que, porcentualmente, solo se ve superado por el Estado espa�ol y Grecia, econom�as en bancarrota o en trance de estarlo. Adem�s, casi la mitad de las personas desempleadas de este pa�s, unas cien mil, no percibe ya ninguna prestaci�n, lo que acent�a la gravedad de la situaci�n al empujar a una parte importante de la poblaci�n a la m�s absoluta pobreza. Sin matices ni pa�os calientes.
2012 ha sido nefasto para la clase trabajadora vasca, que a la merma de sus derechos laborales ha a�adido la p�rdida del propio empleo en muchos casos. Y lo peor, si cabe, es que en el horizonte solo asoma m�s de lo mismo; este a�o ya se da por descontado y nadie sabe decir cu�nto tiempo ser� necesario para alcanzar cifras macroecon�micas que permitan crear nuevos puestos de trabajo. En todo caso, este sombr�o panorama no debe alentar la conclusi�n de que lo que est� ocurriendo es consecuencia inevitable de la crisis, porque igual que esta tiene responsables, las consecuencias de su gesti�n tambi�n son responsabilidad de quienes han dise�ado la pol�tica que deb�a hacerle frente. Una pol�tica que, a la vista est�, no ha permitido alcanzar los objetivos que en teor�a persegu�a, aunque quiz� no pueda tildarse de fallida, porque s� ha beneficiado a quienes siempre han estado cerca de los gobernantes.
Las reformas y recortes aplicados al alim�n entre Madrid, Gasteiz e Iru�ea han propiciado una situaci�n de paro desbocado, pobreza y desmantelamiento de todo tipo de derechos sociales y laborales. Aguardar a que escampe, a que la situaci�n mejore y que quienes han causado este estropicio lo arreglen, es un lujo que este pa�s y su clase obrera no pueden permitirse.