Maite SOROA | msoroa@gara.net
Intentar hacerles la cama a los del PSE
Se les desmadran. Mira que intentan ponerles firmes, pero no acaban de aprender. En «El Mundo» estaban ayer que fumaban en pipa por algunas de las últimas actuciones del PSE, como el acuerdo alcanzado con Bildu en Gipuzkoa o las declaraciones de Txarli Prieto abogando por alianzas de izquierda. El diario de Pedro J., en un punto editorial apelaba al jefe de los díscolos y criticaba el «silencio de Rubalcaba ante la deriva del PSE». En el texto, intentaban meterle el dedo en el ojo al cántabro afirmando que «si quien calla, otorga, habrá que concluir que a Rubalcaba le parece correcto que los socialistas vascos continúen colaborando con los batasunos y se planteen posibles acuerdos en el futuro». Servidora no diría que el exministro del Interior español es muy proclive a hacer nada -bueno- con la izquierda independentista, y ejemplos de ello los hay de sobra, pero es que la realidad es la que es, por mucho que no les guste a algunos plumillas del infraebro.
Siguiendo con la pieza, «El Mundo» añadía que «la trayectoria disparatada del PSE hacía vislumbrar este desenlace, pero era difícil imaginar que se produjera de forma tan rápida y con este desparpajo. En Guipúzcoa ha facilitado la aprobación de los presupuestos abertzales y en Álava apuesta por pactar con Bildu `sin prejuicios'». El acabose, vaya. Lo que llama la atención son las ínfulas que tienen algunos, que no paran de dar órdenes a diestro y siniestro. ¿Se presentará Pedro J. a las primarias del PSOE?
En el mismo diario, Santiago González, un experto en la cosa vasca que está alargando el chicle cosa mala, no vayan a jubilarle, escribía que «la esposa de Eguiguren ha tomado el relevo a su marido y aprueba a Bildu el presupuesto en Guipúzcoa». Por cierto, ni el experto ni el editorialista parecen saber que oficialmente Gipuzkoa solo se escribe así: Gipuzkoa. ¿No lo saben, o lo escriben de la otra forma por alguna razón que a una se le escapa? En su columna, el periodista burgalés también intenta meter en vereda al secretario general del PSOE, a quien le dice lo siguiente: «en su partido no hay mavericks, Alfredo; es un rebaño. No llamemos versos sueltos a esa deslavazada sopa de letras». Lo curioso es que el químico de Solares les hará caso y mandará parar.