El incurable c�ncer del antichavismo
Dabid LAZKANOITURBURU
Nada hay m�s humano que no reconocer una derrota. Y si para contarlas no bastan los dedos de las manos es un drama. Catorce veces ha mordido el polvo la oposici�n, interna y extranjera, ante el proyecto bolivariano en Venezuela. Y la victoria de Hugo Ch�vez en las presidenciales de octubre -en las que aventaj� por diez puntos a su rival, y a la que sigui� el triunfo arrasador del PSUV en las regionales de diciembre,- les result� insufrible.
Al punto de que se aferran sin rubor alguno a la posibilidad de que el presidente electo venezolano no sobreviva f�sicamente a la �ltima intervenci�n del c�ncer que padece. O que el proceso no sobreviva pol�ticamente a la enfermedad de su l�der.
Conscientes de que exigir la convocatoria inmediata de elecciones no tiene pase alguno a no ser que Ch�vez no superase el postoperatorio en La Habana, los antichavistas tratan de condicionar el devenir pol�tico de una Venezuela a la que buscan convulsionar. Su objetivo ahora pasa por defenestrar al vicepresidente Nicol�s Maduro, nombrado por Ch�vez como su sucesor, y de impulsar el nombramiento interino del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Se aferran para ello a una interpretaci�n formalista de la Constituci�n. Pero en el fondo, y de forma indisimulada, destacan la condici�n de militar de Cabello mientras lanzan cantos de sirena al Ej�rcito y apelan a su condici�n de ��rbitro� ante un eventual proceso de sucesi�n de Ch�vez. De la misma manera que en 2002 el antichavismo trat� de implicar a los militares en el fracasado golpe de Estado contra Ch�vez, en 2013 trata de embaucarlos con la excusa de su enfermedad.
Ese es el c�ncer que mantiene postrada a la oposici�n venezolana y hace errar una y otra vez a la nutrida brunete medi�tica internacional antichavista. Acusan a Ch�vez de endiosamiento mientras lo tratan como al diablo, cuando es sabido que Dios y el �ngel Ca�do comparten el mismo origen. Apelan a la democracia y a la Constituci�n cuando, simplemente, las desprecian. Recemos para que alg�n d�a superen su enfermedad.