Análisis | Crisis financiera en la eurozona
Políticas de austeridad
Los autores del análisis, tras constatar los fracasos de la aplicación tanto de políticas de austeridad como de las políticas expansivas propuestas por el BCE y por la Reserva Federal , abogan por reducir primero el elevado nivel de endeudamiento de los Estados.
EKAI Center
Durante los últimos días, han llamado la atención posicionamientos de relieve cuestionando las políticas de austeridad en Europa. Desde el presidente de Portugal, el economista-jefe del FMI y, finalmente, el propio presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker. Además, los medios de comunicación se han hecho amplio eco a la opinión en este sentido del instituto alemán IMK.
Es pronto para anticipar un cambio de política en Europa. Juncker va a dejar el cargo de presidente de forma inmediata (se habla del ministro holandés Jeroen Dijsselbloem como sustituto) y ha sido un tradicional partidario de políticas expansivas de rescate bancario y las opiniones del IMK contrarias a las políticas de austeridad europeas son anteriores y conocidas.
En principio, todo parece un episodio más de la guerra de estrategias desatada en Europa entre las de austeridad y las expansivas. Eso sí, en un contexto de creciente desánimo en las cúpulas de poder por la falta de éxito de ambas políticas La clave a la hora de analizar estos movimientos reside en qué se propone como alternativa a las políticas de austeridad. La falta de éxito a corto plazo de las políticas de austeridad no es una sorpresa, ni siquiera para los proponentes de las mismas. Así como las políticas expansivas persiguen objetivos de reactivación a muy corto plazo, las de austeridad apuestan por la contracción a corto plazo al objeto de que esta contracción haga la economía progresivamente más competitiva y favorezca la reactivación a medio o largo plazo.
No olvidemos tampoco que, aunque con frecuencia se transmita lo contrario, las políticas seguidas en Europa no han sido realmente de austeridad; o, si se prefiere, solo lo han sido parcialmente. Han sido de austeridad las políticas presupuestarias y han sido expansivas las monetarias seguidas por el BCE. Lo que ocurre es que los recursos aportados por las políticas expansivas del BCE han quedado remansados en el sector bancario sin que tuvieran efecto en la reanimación de la economía; no por accidente, sino como consecuencia de que esta modalidad ha sido políticamente impulsada por unos grupos de poder y aceptada por otros.
De cualquier forma, cuando en nuestro entorno nos entusiasmamos con los cuestionamientos de las políticas de austeridad, debemos ser más prudentes y recordar que la cuestión clave no es solo posicionarse a favor o en contra de la austeridad -es quizás demasiado fácil posicionarse en contra- sino, muy especialmente, qué se propone como alternativa a ella, porque la alternativa habitual en los movimientos «oficiales» europeos contrarios a la austeridad no es otra cosa sino las políticas monetarias expansivas. Estas políticas, no lo olvidemos, ya están en marcha desde el BCE y la Reserva Federal USA- desde hace años. Desde nuestro punto de vista, se trata de políticas socialmente más injustas que las de austeridad, con la diferencia de ser políticamente más fáciles de aceptar, como consecuencia de que la expansión monetaria y su consiguiente redistribución de la riqueza del conjunto de la economía es más difícil de percibir por los ciudadanos que un recorte de gastos o aumento de impuestos.
Lo cierto es que, por el momento, tanto las políticas de austeridad aplicadas por los gobiernos europeos como las expansivas aplicadas por el BCE, la Reserva Federal o el Gobierno americano, están fracasando. La razón, anticipada por EKAI Center desde 2009, radica en las características de esta crisis y, en concreto, su carácter cuasiglobal, al afectar al conjunto de Occidente, y su dimensión, desconocida desde la crisis del 29.
Aunque las políticas de austeridad han tenido éxito en más de una ocasión para de sacar a determinados países de su respectiva crisis financiera. La estrategia es clara: se trata de aplicar lo que se suele denominar impropiamente «devaluación interna», reduciendo los costes de producción hasta un nivel que permita a la economía del país afectado recuperar su competitividad y, como consecuencia, reactivar su economía y mejorar su balanza comercial.
Esto es más fácil de conseguir con niveles de endeudamiento más reducidos que los actuales y, sobre todo, cuando los menores costes de producción pueden ser aprovechados de forma inmediata a través de un incremento de las exportaciones y una reducción de las importaciones. Pero todo esto es mucho más complicado en una crisis de la dimensión de la actual y cuando todos los países del entorno están aplicando, en uno u otro grado, políticas similares. Porque, tanto a efectos de las políticas de austeridad o restrictivas como de las monetarias expansivas, la clave es quién y cómo hace frente al sobreendeudamiento acumulado en la economía occidental. Las políticas expansivas y de rescate están claramente destinadas a salvar a la gran banca de los costes del proceso de desapalancamiento a costa de la economía real, a lo que se opuso férreamente en su momento la industria avanzada europea, durante los años 2008 y 2009.
Pero la debilidad geoestratégica de la industria europea frente a la gran banca no pudo evitar que ésta impusiese sus criterios con respecto al rescate bancario y, a partir de este momento, las políticas de austeridad han sido una estrategia defensiva de las economías avanzadas para evitar ser arrolladas por los costes del rescate y del desapalancamiento.
El problema de fondo es que, tanto para las políticas expansivas como para las de austeridad, no se trata solo de conseguir la reactivación. El esfuerzo a realizar es mucho mayor, porque es necesario también hacer frente a la reducción del sobreendeudamiento.; y los recursos que empresas, familias y gobiernos destinan a pagar las deuda, sobre todo las externas, son recursos detraídos de la demanda.
La conclusión es clara: mientras los niveles de endeudamiento occidentales no se reduzcan sustancialmente, por mucho que se puedan producir pequeñas reactivaciones a corto plazo, el riesgo de nuevas recaídas será permanente.
En EKAI Center no hemos creído nunca que las políticas de austeridad, efectivas en otras crisis financieras, consigan superar esta situación, pero tampoco las políticas de expansión monetaria. El problema es que todo parece indicar que significativos sectores de los poderes financieros centrales han empezado a darse cuenta de ello. Y esto está reactivando las tensiones entre la industria y la gran banca y acelerando los procesos de crisis geoestratégica.